4. Reunión

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— ¿Qué?

— Dije que gracias por la comida.

Kaveh apretó los dientes, desviando la mirada del menor. Este simplemente ladeó la cabeza.

— ¿Perdón? No te entendí.

— ¡Lo estás haciendo a propósito! Sé que me entendiste la primera vez — chilló el rubio, golpeando la mesa con ambos puños.

Alhaitham sonrió por lo bajo al ahogar una risa. Decir que no le divertía molestar a su mayor era una mentira. En los últimos días, había descubierto que pasar el rato con él no era tan incómodo como podría pensarse, y que de hecho, lo disfrutaba en cierto punto.

Hasta ese momento, tenía tres observaciones sobre su esposo falso. La primera, es que era alguien que vivía con las emociones a flor de piel y el más mínimo roce era un detonante digno para su explosión. Por lo tanto, era ahora capaz de detectar su patrón de comportamiento y manejarlo de la mejor manera posible.

La segunda observación era que era alguien bastante orgulloso. Después de que Kaveh llegara de la cafetería a la que fue con Faruzan, ambos hablaron —de forma algo incómoda— sobre su situación con Cyno.

Si bien a Alhaitham no le molestó que el rubio se abriera con él sobre su pareja, era innegablemente extraño que tuvieran esa conversación en primer lugar. Unos consejos y expresiones molestas de Kaveh más tarde, las aguas se encontraban tranquilas de nuevo. El mayor se avergonzó de lo fácil que le resultó abordar la situación a final de cuentas y sintió que la última semana de miseria había sido en vano y mera culpa del tamaño de su orgullo, pero se alegró que su "esposo" no lo molestara mucho al respecto.

Por último, notó que Kaveh solía priorizar a los demás por encima de sí mismo. A raíz de muchas conversaciones, largas y breves, Alhaitham reconoció ese patrón implícito en sus oraciones y no dudó en hacérselo saber al mayor. Quizás entonces también se enteró de lo rápido que podía alterarse, pero no le prestó atención ni lo incluyó a sus tres observaciones principales.

— Y si sabes que te entendí la primera vez, ¿por qué lo repetiste? — Alhaitham sonrió de lado con la única intención de molestarlo y, evidentemente, lo logró —. ¿O es que estás tan agradecido que necesitabas dejármelo claro?

— Eres insoportable — Kaveh se levantó de la silla de forma dramática, yendo al sillón para ver la primera serie que lo hiciera olvidarse de la engreída expresión de su esposo. O compañero de piso, como prefería llamarlo.

Después de largar una risa, Alhaitham habló y se levantó de igual forma, aunque dirigiéndose a su habitación. — Me olvidé de decirte antes, Dehya te trajo esto la semana pasada, pero seguías deprimido y lo guardé yo.

Kaveh miró a su menor con una ceja arqueada y el control remoto de la televisión en una mano. — ¿Dehya? ¿Quién es Dehya?

— Mi mejor amiga — le aclaró, dejando una bolsa de papel roja en su regazo —. Estuvo en la boda, te mostraré una foto.

Mientras Alhaitham se dedicaba a buscar una fotografía en su celular, Kaveh sacó con cuidado el contenido de la bolsa. En una caja aterciopelada roja, encontró un par de aretes triangulares de color carmesí con detalles verdes rodeados por oro, lo que le hizo jadear.

— ¿Qué...? — suspiró, perdido por completo en el detalle de la desconocida — ¿Alhaitham, qué...?

Alhaitham no pudo evitar sonreír, extendiéndole su celular. — Aquí estamos ella, su novia Candace y yo — señaló a las chicas en orden —. Dehya es dueña de una joyería y desde la boda insistió en que había recibido un par de aretes que, en sus palabras... — aclaró la garganta, tratando de hacer una voz parecida a la de su amiga — ¡Le pertenecen a tu esposo rubio! — imitó — ¡No hay otra persona que pueda lucirlos mejor!

De Anillos y Promesas | HaikavehDonde viven las historias. Descúbrelo ahora