MATE. CAP 21

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1:00 p.m

me quedé viendo a Nicolás que estaba tomando mate... Ambos ya habías dicho nuestros sentimientos por el otro y ya nos habíamos besado muchas veces, pero jamás se le nota incómodo estando a mi lado, o sea... Sé que le gusto ¿Pero no le incomoda estar conmigo sin ser nada?

Él me miró, se me acercó rápidamente y me pego en la frente con la palma de su mano.

—¡Dolió, boludo! ¿Qué haces?

—Es para que salgas de tu mundo, apuesto que anduviste pensando de más las cosas de nuevo, no quiero que hagas eso.

—Odio lo mucho que me conoces.

—Cállate que te encanta, Gonzalo, ¿Dulce o amargo?

—Dulce, un asco amargo.

—Si te querés morir de diabetes, más vale que vas a querer dulce.

—Prefiero morir de diabetes antes de tomarlo amargo, un asco.

—Asco el termo que trajiste ¿Por qué trajiste el de River?

—La envidia que tenés, está hermoso el termo.

—Según vos, dale toma.

Me pasó el mate y lo recibí, tome un poco casi quemandome, qué boludo.

—¿Te puedo preguntar algo, Nicolás?

—Sí.

—¿Sabes qué le pasó a la casa de Kevin? Me enteré de que unos chorros le quemaron todo.

—¿Desde cuándo estás metido en chisme vos?

—Solo pregunto por curiosidad, quiero saber qué le pasó a Kevin.

—¿Te importa ese tarado?—

—Paraa, ¿Querés que vomité? Obviamente no, solo quiero saber si vos tenés algo que ver.

—Digamos que sí.

—Pero... ¿En serio?— Tome otro sorbo del mate, casi me quemo nuevamente.

—Sí, por casualidad estaba pasando por su casa con los pibes... Me agarró una bronca y entre a su casa, saque un encendedor y queme sus cortinas y bueno, después todo se empezó a quemar.— Dijo como si nada mirando mis labios, con suavidad con su mano me tomó del mentón y su pulgar tocaba mi labio inferior. —Aprende a tomar, te vas a quemar.

—¿Cómo quemaste su casa?

— Exacto.

Di una sonrisa que sería casi imposible de borrar, deje el mate en el suelo y bese al morocho, este loco sería capaz de matar por mí.

Nos separamos del tierno beso y nuestros labios quedaron a solo centímetros uno del otro.

—No creo que haya Sido casualidad que hayas pasado por su casa con un encendedor.

—Es que no lo fue.— Una vez más puso sus labios contra los míos y como era típico de él esta vez se iba a asegurar que el beso fuera intenso, sus labios dominaban a los míos y su lengua también, me tenía bajo su control, pego más su cuerpo contra el mío... Sentir la piel de Nicolás me hacía sentir débil.

—¡Ya! Andamos en una plaza, boludo.

—Fue un chape nomás.

—Sé cómo sos, Nico, se te iba a ir la mano a otro lugar.

—Bueno, bueno.— Me beso en la mejilla, dejándome una linda sensación de calidez. —¿Aún necesitas tiempo?

—No, no necesito más tiempo... Ya me acostumbré a esto, me gustas.

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