APARADOR. CAP 11

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Llegamos a la casa de Kevin a la cual vine tantas veces para buscarlo, apenas entramos estaba Santiago en la mesa con su celular en la mano, se me quedó mirando algo sorprendido.

—Kevin, ¿Qué hace él acá?—

—Me lo voy a garchar, fíjate que no vengan los demás pibes.—

Santiago me miró con preocupación, pero no dijo ninguna palabra y solo asintió.
Kevin me tomo del brazo con algo de fuerzas y me llevo hasta su pieza donde me empujó a la cama, caí de espaldas.

— Últimamente las chicas están bien abiertas y no me dejan nada satisfecho, ¿Cuándo lo hiciste en el baño con el pibe te gustó, Gonza?—  cerro la puerta.

—No...— No había tenido Sexo con ningún hombre, pero no iba a llevarle la contra ahora.

—Mejor, ya quítate la ropa.—

—Bien.— Me quite prenda por prenda quedándome desnudo, esto se me hacía muy incómodo, me senté sobre la cama... Kevin me miró con lujuria.

—Nunca se me hizo atractivo el cuerpo de un hombre, pero vos tenés algo que excita fácil a los demás, Gonzalo.—
Se me acercó y se puso entre mis piernas bajando el cierre de su pantalón.
—Abrí más tus piernas.—

—Está bien...— Obedecí, no iba a negar que tenía mucho miedo y más al ver cómo sacaba su miembro ya erecto y lo ponía en mi entrada trasera.

De un cajón que estaba alado agarró un lubricante, se lo esparció por su miembro y sin esperarlo entro en mí de una embestida haciendo que pegue un fuerte grito de dolor.

—¡Espera, Kevin!—Dije con los ojos llenos de lágrimas, dolía demasiado.

No me escuchó y empezó a moverse.

—Aprietas mejor que una piba, parece que me querés cortar la verga, Gonzalo.— Dijo con una sonrisa siguiendo dándome embestidas, mi mente estaba en blanco por el dolor, sentía que me iba a desmayar en cualquier momento, no podía aguantarlo.

—¡Espera, por favor! ¡Más despacio, Kevin!— Suplique con una voz quebrada.

En esta habitación se podía escuchar el sonido de ambos cuerpos chocando, el rechinido de la cama, los leves gemidos de Kevin y mis gritos.

—¡¡Espera al menos un segundo, Por favor!!—

Puso su mano en mi boca para callarme y seguir dando aquellas embestidas, estaba temblando, llorando del dolor y el miedo.
Él a ver mi reacción parecía enojado y eso provocó que fuera aún más duro conmigo, las leves embestidas se volvieron más fuertes, mientras él soltaba leves gemidos por el placer, yo lloraba por el dolor.

—¡Deja de llorar, exagerado de mierda!— saco su mano de mi boca para cambiarla por sus labios, me estaba besando mientras ahora daba lentas embestidas que aún dolían… No me gustaba como besaba, me daba asco y yo me sentía asqueroso, le mordí el labio.

—¡¡Ahg!! Pajero y yo que quería ser un poco más amable con vos.—
Dijo mientras la sangre de su boca caía por su mentón, me agarró fuertemente de las caderas y dio otra embestida llegando a lo más profundo, di otro grito de dolor.

—¡Espera en serio, Kevin, Para! ¡¡Duele!!— Tartamudee, el dolor no me dejaba hablar bien.

Kevin al escucharme suplicar me dio una piña en la cara sacándome un poco de sangre en la nariz.

—¡Cállate, pajero! Si seguís quejándote te juro que seré menos gentil—

Me aferré fuerte de la sábana de la cama y me mordí mi labio inferior haciéndome algo daño, pero tenía que callarme, tenía esperanzas que esto terminará rápido.

Siguió así por un gran rato ... Pegándome, penetrándome y gritándome hasta que dio una embestida más fuerte que las demás y por fin, Kevin salió de mi interior.

—Hubiera Sido más lindo si no hubieras estado llorando como terrible maricón, pero no estuviste mal.—

De mi interior salía un líquido blanco y otro rojizo, con los ojos llenos de lágrimas y Temblando me puse de pie, comencé a vestirme... Me dolía todo el cuerpo, odie haberme acostado con ese infeliz.

—Sos un exagerado, Gonzalo.—

—Cállate, Kevin, decime donde está Nicolás.—

—Ahg, cierto.—

Lo miré con odio, por su culpa tuve que pasar mil cosas y ahora el que se andaba quejando era él por nada.

—Deja de mirarme así, Gonzalo, tu amigo está en la cocina, en un aparador solo ábrelo y llevátelo.—

Termine de vestirme y corrí hasta la cocina, abrí el aparador más grande que había y lo vi, vi a Nicolás, estaba amarrado de las manos y totalmente desmayado.

—Por fin…—

Lo desaté y cayó en mis brazos, sentí un alivio al escuchar su respiración, no pude evitar dar una sonrisa al ver su cara, todo había valido la pena.

Kevin entró a la cocina, me beso en el cuello y luego me dedico esa sonrisa que odiaba.

—¿Feliz, Cariño?—

—Sí, Kevin.— Dije con un notorio asco.

Aunque tenía un fuerte dolor en mi cuerpo, cargue a Nicolás en mi espalda, costo mucho porque él era mucho más alto que yo, pero no me importaba, tenía que sacarlo de ahí.
Apenas Cruce la puerta hice contacto visual con Santiago que aún mantenía esa mirada de preocupación, me enojaba.

—¿Estás bien...?— Dijo.

—Callate.—

Llevé a Nicolás a mi casa.

Flechado. Where stories live. Discover now