Capítulo 13

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Emma

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Emma

Me obligo a respirar sabiendo que aún no puedo matar a Sean, una mejor idea sería marcarlo como una vaca para que sienta como es esta inmadurez que parece excitarlos.

Suelto un suspiro de enojo al terminar de escoger la playlist, dejo el IPad sobre la mesa del lavado doble antes de dirigirme a la ducha, no estoy de ánimos para llenar la tina.

Me paro justo bajo el chorro de espaldas, dejo que la presión del agua haga de lo suyo relajándome los músculos tensos. Me tomo mi tiempo masajeándome el cuero cabelludo y haciendo mi ritual de cambio de ánimos. 

Luego de unos veinte minutos salgo la cuarto con una toalla en la cabeza, y la otra envolviéndome. Con Sean en la sala termino vistiendo un buzo cuello tortuga color Vinotinto y un par de jeans.

Luego de desenredarme el cabello voy a su ubicación.

Encuentro a míster elegante de pie frente a la puerta, luce una camisa blanca y pantalones oscuros.

— ¿Qué haremos hoy? —indago, llamando su atención.

Me sonríe viéndome de arriba abajo mientras me pongo los zapatos.

— Es una sorpresa —. Responde.

Le pongo los ojos de cachorro haciendo un puchero.

— ¿Una pista?

— No uses tus encantos, linda, a menos que no quieras salir de la habitación.

— Eres un amargado. —me quejo, cruzándome de brazos.

Él ríe.

— Puede ser algo que has deseado desde hace años.

¿Qué cosa?

A lo mejor descubrió cómo sacar a los personajes de los libros.

No, es muy egoísta como para hacer eso.

Igual nunca hay que perder la esperanza.

— Si tú lo dices. —me limito a responder.

Una vez en el pasillo pone su mano en mi espalda baja guiándome la caminata.

— ¿No iremos con Konstantin? —pregunto, descendiendo en el elevador.

— Estará muy ocupado con su resaca —responde con sencillez —, tal vez tenga tiempo para pensar en la prima.

No mucho tiempo después estamos vagando por las frías calles de Rusia, no hay muchos transeúntes y las construcciones antiguas son de lo más hermoso. Nuestras manos permanecen entrelazadas robándome una extraña sonrisa.

Le aprieto la mano solo para comprobar la realidad del asunto, el gesto provoca que voltee a verme.

— ¿Qué? —se desentiende.

Placeres InmoralesWhere stories live. Discover now