Cuando Jungkook despertó, lo primero que notó fue la ausencia del castaño, puesto que la habitación rebosaba en silencio, y el espacio junto a él en la cama yacía vacío. Parpadeó, confundido, y restregó su rostro con ambas manos antes de sentarse, aún desnudo, en medio del desorden de sábanas.

Al verse el cuerpo, no pudo evitar sonreír. Las imágenes de la noche anterior acudieron a su mente sin pedir permiso: piel contra piel, risas ahogadas en susurros, caricias lentas que se prolongaron.

No encontró rastro alguno de Taehyung, pero no se preocupó. Supuso que su impaciencia por la sorpresa que le tenía lo había llevado a salir antes. Quizás estaba ultimando detalles. Después de todo, el reloj ya marcaba casi las tres de la tarde, y faltaban apenas treinta minutos para ir a su encuentro.

Con una sonrisa boba en los labios, se dirigió a la ducha. Tenía que estar perfectamente listo, Taehyung lo estaría esperando. Hoy no era un día cualquiera, porque cumplían cuatro años juntos. Solo pensar en ello le provocaba una punzada cálida en el pecho... y dolor en las mejillas de tanto sonreír.

Jungkook llegó puntual, exactamente a las tres. Tocó la puerta con fuerza medida, varias veces... pero nadie abrió.

Frunció el ceño, sacó su celular y marcó:

Una vez.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Buzón de voz.

-Vamos, Tae... -murmuró, inquieto.

Probó con mensajes.
Nada.
El check marcaba inactivo.

Su corazón empezó a agitarse por una inquietud sorda que se instalaba en su pecho. ¿Dónde estaba Taehyung? ¿Por qué no respondía?

Intentando calmarse, se sentó en la banca del jardín y se repitió a sí mismo que no pasaba nada, que seguro llegaría en cualquier momento. Pero las horas pasaban, y la tarde se fue convirtiendo en noche sin rastro alguno del castaño.

La preocupación le carcomía los pensamientos, golpeando su pecho con insistencia. Había recorrido todos los lugares que solían frecuentar juntos: su cafetería favorita, el parque donde se habían dado su primer beso, hasta la vieja librería donde solían esconderse del mundo. Pero en ninguno encontró señales de él.

Ya con la cabeza punzándole por la ansiedad, vio a lo lejos unas figuras conocidas. Eran los padres de Taehyung. Su corazón dio un vuelco y caminó rápidamente hacia ellos, casi corriendo.

-Señor Kim, señora Kim... buenas noches. ¿Saben dónde está Taehyung? Lo he estado llamando desde la tarde pero no me contesta. Estoy preocupado...

La señora Kim bajó la mirada, con el rostro lleno de una tristeza silenciosa.

-Cariño... ¿Taehyung no te lo dijo?

-¿Decirme qué cosa? -preguntó Jungkook, sintiendo cómo algo dentro de él empezaba a tambalearse.

El señor Kim fue quien habló esta vez, con voz pausada.

-Taehyung se fue del pueblo. Dijo que lo espera un futuro prometedor en la ciudad.

Y entonces, todo se detuvo.

Aquella confesión fue un derrumbe. Jungkook sintió cómo el aire le abandonaba los pulmones. Hoy cumplían cuatro años juntos y justamente hoy era el día en que él le tenía preparada una sorpresa especial, sin embargo, Taehyung... se había ido sin decir nada, sin una carta, sin una despedida.

Lo había dejado atrás como si todos esos años compartidos juntos no hubieran significado nada.

El dolor llegó de golpe, directo al pecho. Sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas, cómo todo se volvía difuso. Su castaño se había marchado sin decirle un mínimo adiós.

the truth; kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora