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Me desperté sobresaltada al sentir una presencia a mi lado, Alana me miraba preocupada. Por algún extraño motivo tenía la sensación de que algo estaba mal, y quizás era porque conocía muy bien a mi hermana.

— ¿Qué hora es?

— Aún faltan unas horas para que amanezca. Me llamaron del FBI, Astrid, tengo que cubrir un nuevo caso, hubo un asesinato nuevo en la universidad.

Al escuchar esas palabras me senté en la cama, aún adormilada y miré a Alana con inquisición.

—¿De verdad?

— ¿Conoces a Hazel Abbot?

Me quedé en blanco, no, no podía ser ella, ella no había muerto. Estaba viva, anoche le había enviado un mensaje y me había contestado como siempre.

— No tengo mucha información aún pero.. encontraron su cuerpo en el aula magna.

— Hazel no está muerta — sentencie y tomé mi celular temblorosa, esto no podía estar pasando ahora mismo — Ayer a la noche le escribí, me dijo que estaba bien.

Entré a su chat, miré su hora de última conexión y era precisamente la misma hora que me envió el mensaje. Alana miró mi celular con confusión y luego con un poco de pena.

— Aún no sé nada, ¿Ustedes dos eran amigas?

No tenía palabras, no quería hablar porque estaba lo suficientemente atónita como para hacerlo, al parecer mi silencio lo dijo todo, ella sostuvo su mano en mi hombro con comprensión.

— Lo siento tanto, nena. No puedo entender por qué estás cosas siguen sucediendo — negó varias veces — se me hará tarde, le diré a mamá que no vaya a trabajar hoy y se quede haciéndote compañía. No quiero que te quedes sola.

Me levanté de la cama decidida— Yo también voy, no puedo solo quedarme acá cuando me dices que mi amiga está muerta — farfullé impotente. ¿Cómo esperaba que reaccione?

— No, de nada va a servir, ni siquiera van a dejarte cruzar el límite entre la universidad y la valla que da a la calle. Perdón Astrid, pero no puedo dejarte pasar yo tampoco, es una escena del crímen y solo entra el personal autorizado.

Quería discutir y decirle que no, que yo tenía que estar ahí para mi amiga, pero lo más coherente ahora era pensar en frío y saber que quizás mi presencia solo empeoraba y entorpecía el trabajo de la policía.
Me quite las lágrimas traicioneras que habían caído de mis ojos y asentí.

— Tengo entendido que van a interrogar a los que se quedaron ayer hasta tarde en la universidad, pero nada más. Te prometo que ante cualquier noticia que tenga, te lo voy a decir.

— Por favor.

Alana se fue y yo me quedé sentada en mi cama, estática, viendo cómo el sol empezaba a destellar sus primeros rayos. Apenas llegaban a ser las cinco de la mañana. Me froté la cara con impotencia, y tomé mi celular para llamar a Elio, seguramente él ya lo sabría.

En el primer llamado no obtuve respuesta, en el segundo tampoco, en el tercero menos. Estaba comenzando a impacientarme y angustiarme aún más, pensando lo peor, porque este día ya había perdido a alguien importante para mí.

— Atiende... Vamos...

A la cuarta llamada sin respuesta, arrojé mi celular a la cama, enfadada por toda la situación. Esto solo empeoraba las cosas.

Volví a recordar la conversación con Hazel de anoche, ¿Cómo podía ser que hoy esté muerta si ayer todo estaba bien? Pero sobre todo, de todas las víctimas posibles, ¿Por qué ella? ¿Y por qué la única que no le tenía miedo a este asesino?
Ahora todo era más cerca, ya no había  vuelta atrás, Hazel era mi amiga y se había convertido en una desgraciada víctima de alguien qué, no sé exactamente lo que quería, venganza, o placer. O ambas cosas.

Me acosté en la cama y cerré los ojos, aún con la imagen de mi último encuentro con Hazel, como si eso cambiara algo, quería despertar de una vez y ver que todo esto era una maldita pesadilla

Doctora Bloom || Hannibal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora