Capítulo 9

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Connor me estaba mirando muy enojado. Sus ojos estaban irreconocibles hasta podía decir que no era él.

—¿Qué haces con mi cuadro? —dije para él. Noté que el cuadro que me había hecho Evan estaba en sus manos.

De repente comencé a desesperarme diciéndole que no lo haga. Que no lo rompa, porque al parecer eso iba a hacer.

—¡Nunca me dijiste de este cuadro! —gritó él—. ¡Lo amas!

Comencé a llorar. Lloraba demasiado. Lo único que era que lo sentía. Tomé el cuadro entre mis manos y lo abracé con todas mis fuerzas mientras oía como Connor estaba gritándome muy enojado. Cerré los ojos fuertemente y cuando los abrí, me encontraba en otro lugar. Ya no estaba junto a Connor sino que Evan estaba frente mío con sus manos sobre mis hombros mirándome a los ojos.

Siempre veía su rostro borroso. Es como que si no lo recordara del todo. Era frustrante no poder verlo. Evan estaba tan cerca de mí. 

—Todo está bien —me dijo—. No llores.

El cuadro ya no estaba conmigo así que llevé mis manos hacia sus mejillas para poder sentirlo. ¿Realmente era él? 

—Evan —dije—. ¿Eres tú?

Asintió—. No te preocupes. Estoy aquí para ti.

Su voz. Jamás la había escuchado con exactitud. Sonreí.

—Por favor —lloré—. No me dejes ir. No tienes idea de lo doloroso que es tenerte tan lejos. No tienes idea de lo difícil que es despertarme y saber que no estás en mi vida, Evan. 

Él me abrazó acariciando mi espalda—. No voy a dejarte. Estoy aquí.

Pero desapareció. Fue tan desesperante. Es como si se hubiese esfumado entre mis brazos. Y quedé sola. Completamente sola en mi casa. 

—¿Evan? —pregunté hacia la nada. Lo busqué por toda la casa. Arriba y abajo, afuera y  adentro y... nada. No había nada ni nadie—. ¡¿Evan?! ¡¿Dónde estás?! 

De repente, me enderecé bruscamente en la cama—: ¿Evan? —dije, mirando hacia los lados. Tenía a una Lydia mirándome completamente extrañada sentada en su cama. Mi respiración era agitada y estaba sudando. ¿En qué momento comenzó a hacer tanto calor? El clima era bastante frío allí.

Lydia me alcanzó un vaso de agua. Sin entender nada. 

—¿Estás bien? —me preguntó.

Asentí con la cabeza—. Sí. Estoy bien —respiré hondo.

—¿Siempre sueñas con Evan?

—¿Eh? —volteé a mirarla sorprendida—. ¿Cómo sabes que sueño con Evan?

—Dijiste "Evan" cuando despertaste de golpe —me contó ella—. ¿No lo recuerdas? Sucedió hace un minuto.

—Oh... —recordé. Qué estúpida—. Sí. Lo recuerdo. 

—Escuché que comenzabas a quejarte y eso me despertó. Tengo un sueño ligero pero no te culpo. Al parecer la estabas pasando muy mal en tu sueño. ¿Te pasa muy seguido?

Ella era muy insistente. Me agradaba de todas formas.

Asentí—. Sí. Suele pasarme de vez en cuando pero es muy seguido a veces... Siento mucho haberte despertado y gracias por estar atenta.

—No hay de qué —me sonrió—. Pero... ¿puedo preguntar quién es?

Me reí dejando el vaso de agua en la mesita que estaba junto a mí para luego levantarme de la cama y caminar hacia el baño. Le respondí—: Evan era mi amigo. 

A Través De Mis SueñosWhere stories live. Discover now