Capítulo 3

11 1 2
                                    

Bajamos del auto. Dejamos todo el equipaje dentro.

Entramos, y la prometida de Frank estaba dentro de la casa, platicado con unas mujeres, qué parecían ser sus amigas.

—Hola, cariño.-- le dijo Frank a su prometida mientras besaba su mejilla.

—Disculpa. ¿Quiénes son ellos?

—Oh, lo siento. Él es mi mejor amigo, Ray. Ella es Lindsey, la mejor amiga de el otro hombre qué hay. Y él es, Gerard, mi amigo, o eso creo.

—Un gusto, soy Jamia.— dijo la mujer mientras sonreía.

La mujer se presentó. Nos contó sobre toda su vida. Donde nació, cuando, dónde vivió su infancia, etc.

Ignoró por completo a las mujeres qué estaban con ella.

—Eh, Jamia.

—¿Sí?

—Saldré a caminar con Gerard un momento. Enseguida vuelvo.

—Claro.— ella sonrió nuevamente, y siguió platicando.

Salimos de la casa. Frank se puso una chaqueta negra cuándo estabamos afuera.

No dijimos nada.

Frank sacó una cajetilla con cigarrillos, y un encendedor.

—¿Quieres uno?

—Claro.

Frank lo encendía tranquilamente, y yo muy estúpido, estaba buscando un encendedor. Lastimosamente no encontré.

Frank se volteó a mirarme. Y me pasó él qué tenía.

—Gracias.

—no respondió.

Seguimos caminando por otras calles, hasta llegar a un pequeño parque de juegos.

—Bueno. ¿De qué querías hablar?— dije mientras me subía a un columpio.

—Es algo complicado decirlo.

—Dilo.

—Tú sabes qué mis padres son cristianos, ¿no?

—Eh, ¿sí?

—Y tú sabes qué son homofobicos, ¿no?

—¿Cuál es él punto?

—¿Tú creés qué me quería casar? Oh, mierda. ¡Claro qué no!

—¿Entonces por qué lo haces?

—Sospechaban qué era gay. Y no quería decepcionarlos.

—¿Eso era todo lo qué querías decirme?

—No me quería casar. Quería quedarme contigo.

—No digas eso.

¿Por qué dije eso?

Yo también quería quedarme con él.

—¿Y por qué no lo voy a decir? De hecho, todavía quiero.

—Vamos, Frank.

—Sigues siendo un idiota.

—Sigues igual de inmaduro.

—¿Piensas qué soy inmaduro por decirte idiota?

—no respondí.

—¿Acaso ahora me odias?

—Vamos, no digas eso...

—Responde.

—Aunque sea, ¿me quieres un poco?

Me sentí estúpido. No respondí. Pero claramente lo quería. Demasiado.

—Entonces todos esos "Te amo", "Quédate conmigo", ¿eran falsos?

—no respondí.

—Al parecer sí.

Fue demasiado dramático. Probablemente está esperando un "Sí te amo, Frank".

—¡Espera!— dije, mientras corría hacía él.

—¿Qué?

—Lo siento.

—Bueno, la boda será en unas horas. Nos vemos.

¿En unas horas? ¿Hiere mi corazón a propósito? Al parecer sí.

Sueno cómo una señora demasiado dramática y estúpida.

(...)

No tenía ganas de asistir a esa maldita boda. Tenía qué hacerlo. No quería dejar a Lindsey sola.

Ella estaba ayudando a ordenar todo.

Cada vez llegaban más personas, y no lo podía soportar.

Demoraron demasiado, hasta qué después de estúpidas y eternas horas, comenzó todo.

Ella iba entrando. Se veía realmente hermosa. En cambio Frank, estaba con rostro de tristeza y emoción.

Estaban todos emocionados. Exepto yo.

Todo iba normal. Dieron sus votos, y otras cosas nada interesantes.

Yo no podía soportarlo. Necesitaba irme de ese lugar espantoso.

Apenas terminaron todo, salí corriendo, renté un auto, y me dirigí a mi casa.

Era demasiado estúpido. Lloraba de una manera muy descontrolada. No podía manejar en ese estado, pero lo hice.

Recibí una llamada, de Lindsey.

Gerard, ¿dónde estás?

Llegando a casa.

¿Estás llorando?

Hablamos luego.

Lo qué termine todo, iré hacía allá.

Fui lo más rápido qué pude. Logré llegar.

Ordené mi equipaje lo más rápido qué pude.

Estuve llorando hasta la madrugada.

No sabía qué otra cosa hacer además de llorar, y fuí a buscar alguna cosa al sótano.

Are there still Feelings? ; Frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora