Capítulo 16 [Especial de Lola]

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Pasiones

Cuando era una niña descubrí mi pasión, esa que muchos adultos luchan por poseer; pero que yo, con apenas siete años la tenía, y esa es... la música. Hice mi descubrimiento una tarde de paseo por el parque con mi mamá y mi hermana; allí junto a un faro se encontraba ella, mostrando su esplendoroso espíritu a través de la melodía que desprendía una guitarra acústica.

«Le rogué a mi mamá que nos acerquemos a aquella melodía tirando de su mano, ella obedeció a mi petición y estuve cara a cara con mi futura aspiración.

—¿Cómo le hace mami? —pregunté curiosa alzando mi cabeza mirándola.

—Tocando ese instrumento llamado guitarra.

—¿Guitarra? —repetí extrañada para dedicarle toda mi atención aquella pera de madera gigante.

—Sí, ¿ves que tiene seis cuerdas a lo largo? —menciona mi mamá poniéndose a mi altura sin soltar la mano de mi hermana. Yo asiento—. Él las toca al deslizar sus dedos.

No pude evitar abrir mi boca con sorpresa, estaba completamente embelesada.»

Aquella fue la descripción más simple que se le pudo dar a una niña, en su primer encuentro mágico con un instrumento que definiría toda su vida; lo cierto es que mi madre no sabía mucho sobre instrumentos, pero ha hecho su mejor esfuerzo para ayudarme a desarrollar mi pasión sobre todas las cosas, aun si eso significaba hacer de lado a mi hermana Nina por mi nuevo sueño.

Recuerdo cuando recibí mi primera guitarra, fue unos meses después de mi primer encuentro, en Navidad, hasta entonces había estado practicando en casa con una vieja guitarra prestada por mis vecinos. Era un paso más para poder definir mi habilidad, debía practicar más constantemente, y por supuesto, necesitaba una guía profesional, mucho más que los acordes simples enseñados por mi vecino.

Mi madre vio esa necesidad y cumplió mi deseo, aun cuando los demás decían que era un capricho momentáneo y que lo dejaría en unos meses, pero no fue así, durante años me dediqué a perfeccionar mis habilidades y a componer nuevas melodías, mi fascinación por aquella caja de madera era la misma que la primera vez.

Pero una vez todo estuvo a punto de cambiar, con la llegada de una nueva chica a mi escuela llamada Tania, tiene una melena larga oscura y una piel clara como ninguna; su sola presencia llama la atención por su buen porte y seguridad que muestra al pasar. Todos querían ser sus amigos, y mi hermana no era la excepción.

«—Acerquémonos a ella, Lu —dijo Nina tirando de mi brazo con entusiasmo—. Está sola.»

Mi dulce e ingenua hermana no pudo saber en ese entonces que estaríamos auto cavando nuestra propia tumba; nuestros sueños, deseos y aspiraciones todo se fue al traste con tal de obtener la aprobación de aquella pelinegra quisquillosa. Su palabra era ley entre nuestros compañeros y nadie se atrevía a desafiarla.

Muy pronto me di cuenta del porqué estaba sola, pasó el día que comenté sobre mi pasión y ella me pisoteó con sus peligrosas y descuidadas palabras.

«—A mí me gusta la música, me fascina tocar la guitarra —comenté sonriente pensando en mi preciada adquisición.

Luego escuché la estrepitosa risa de Tania.

—¿Lo dices en serio? —Logra decir al recobrar el aliento. Nota mi seria expresión y continua—. Pero sí eso es de fracasados buenos para nada, no llegarás muy lejos y menos sin una fortuna como la mía.

Me quedé allí estática, escuchando cada una de sus hirientes palabras que perforaron mi mal herido corazón en un segundo.

—Tal vez deberías invertir tu tiempo en algo útil, así como yo —Ella siguió hablando sin prestar atención a mis sentimientos—, que me dedicaré al negocio familiar.

Amor a primera vista [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora