CAPÍTULO CUATRO

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SAKURA


El señor Sasuke casi no está en casa. Cuando yo me levanto el sofá permanece vacío. Hay pocas palabras intercambiadas, las necesarias para estar cómoda en su cuarto. Fue amable al dejarme dormir en su cama, es tan suave, pero incluso con la comodidad que tengo no puedo dormir. Me atascan las dudas a mitad de la noche que me deja despierta hasta que salga el sol.

Ya han pasado 4 días así.

Esta mañana volvió a ocurrir lo mismo, el sueño se fue en seguida, que preferí quedarme mirando como el sol bañaba de luz la ciudad. En el campo, las verdes praderas relucían, y el trinar de las aves se escuchaba con más fuerza que lograban despertarme. Era reconfortante pensar en esos momentos que imagine que nunca se terminarían.

Aun no soy consciente de donde estoy, ni de qué lado está a mi favor; el bien o el mal. La angustia come mis entrañas, a fin de dejarme vacía. En esta oscura habitación donde solo puedo escuchar mi respiración contemplo el amanecer.

Miro el suéter desgastado que me acompaño durante el viaje, esta sobre una silla. Sé que hay algo ahí, reviso los bolsillos una vez más y encuentro una tarjeta. Un número de contacto que no me atrevía a ver. Naruto Uzumaki.

En un bombardeo de pensamientos llega el de él. Recuerdo cuando mi tren estaciono en Tokio. Por el parlante se escuchó la voz femenina dándonos la bienvenida. A través de la ventaba veía un mundo completamente diferente, muy alejado del que estaba acostumbrada a ver. Me sentía como una pequeña hormiga, a un espacio al que no pertenecía.

Pase entre las personas, con empujones logre salir afuera de la estación. Me coloque frente a los grandes edificios sintiéndome más cerca de Karin. Con gran escutismo camine entre las calles, tenía ilusión de volver a verla. El corazón me latía con tanta fuerza que me llevaba al rostro una sonrisa.

Levaba rato caminando hasta que me detuve.

— Oh, cariño, hay una mujer ahí cerca de la fuente, y ¡está muerta! —La voz de una mujer alarmada llamo la atención de todos a su alrededor, incluyendo la mía. Abrazo a su marido tratando de estar a salvo, luego señalo con dirección al parque.

Unos se dirigieron a aquel lugar y fui arrastrada por ellos. Decidí seguirlos y ver lo que estaba ocurriendo. Fue entonces que la sonrisa abandono mi rostro, el palpito de mi corazón ya no era de entusiasmo. Grite en cuanto vi de quien se trataba. Desgarre mi garganta negándome a creer que lo que veía fuera cierto. Ella no podía estar muerta. No. No podía estarlo.

Me hinque acercándome a ella, jale su mano tratando de llamarla y que despertara. No fue así, solo estaba hablándole a alguien que jamás me respondería, nunca lo hará. Karin tenía múltiples apuñaladas en el abdomen, el cuerpo destrozado que lo único reconocible era su mano. Alce la cabeza dándome cuenta que era el centro de atención, todos murmuraban cosas que en su momento no logre comprender.

Era desconcertante que su cuerpo lo hayan abandonado en un parque, frente a tantas personas. Justo antes de navidad.

No sé en qué momento sucedió, pero me separaron de Karin después de unos minutos. Me tomaron por debajo de los hombros y me alejaron de ella. Lo único que me aferre, fue a su mano.

— Vámonos, tienes que alejarte de aquí. —Un sujeto me sentó en la banca, alejada de donde la gente hacia aglomeración.

Era un hombre de aproximadamente 25 a 30 años. En ese momento lo único que pude distinguir de él, fue que era extranjero y hablaba perfectamente japonés.

— ¡No!, déjame con ella. Debo regresar y no dejarla sola —con lágrimas suplique.

Sujeto mi cabeza con sus manos obligándome a mirarlo. Eran los primeros ojos azules que veía de cerca, fue como sentir un oleaje del mar en ellos. Con tanta intensidad, que me mantuvo quieta.

NO DEBERÍAS   (SasuSaku)Where stories live. Discover now