02. Incontri

26 1 0
                                    

Lorenzo Zurzolo

Hogar dulce hogar, como te había extrañado...

Después de haber estado un mes en Miami trabajando como loco regresar a Roma se sentía como un alivio, era un alivio. No hay nada que anhelara más que mi propio departamento, mi cama, mi lugar de paz, estuve un mes en un hotel que si bien me trataban muy bien y el buffet era increíble, extrañaba cocinarme y ser independiente.

Regresaba a esa independencia.

Estuve un mes en Miami lleno de mucho trabajo en varias agencias de publicidad, entre esas un perfume que hice hace poco, fue mi último trabajo y lo celebré como nunca, las fiestas en Miami eran extraordinarias.

Al llegar a mi departamento sonreí al darme cuenta que estaba perfectamente limpio y todo ordenado, seguramente mi mamá había mandado a alguien a limpiar en mi ausencia, lo único que no había era comida en la despensa por lo que mañana saldría a comprar la comida.

Por los momentos pediría a domicilio y descansaría.

Al día siguiente me levanté temprano, tenía varias cosas que hacer hoy y entre esas buscar mi comida.

Sonreí al escuchar el rugir de mi auto, lo había extrañado tanto, en Miami no podía manejar porque no conocía el lugar por lo que me habían asignando un chófer que me llevaba a todos lados que quisiera.

Pero nada se comparaba a menejar tu propio coche, aparque en el estacionamiento del supermercado y me baje para caminar hacia la entrada, tome un carrito y empecé a recorrer el lugar en busca de lo que necesitaba.

Después de unos veinte minutos buscando y colocando cosas en el carrito fui hacia mi pasillo favorito, los pasillos de los snacks.

Cuando entré el pasillo lo primero que note fue a una chica de baja estatura, de piel morena, con el cabello largo hasta la cintura lleno de ondas color negro, tenía un pantalón ancho con un top color blanco y unos zapatos color blanco, estaba intentando alcanzar el Dorito XXL que estaba arriba.

Quise reírme por sus intento, daba pequeños saltos para poder alcanzarlos y estaba seguro que si no le ayudaba la chica dejaría un gran desastre, deje mi carrito a un lado y me posicioné detrás de ella, pasando mis brazos por encima de su cabeza logré alcanzar su objetivo.

— ¡Oye no! Búscate el tuyo. — Escuché que dijo, se volteo con clara molestia en su rostro pero está inmediatamente fue reemplazada por sorpresa. — Mierda...

Sonreí al darme cuenta que me había reconocido.

— Te quería ayudar. — Extendí el Dorito que era casi de su tamaño.

— Lo... Lo siento mucho. — La chica suspiro. — Gracias por la ayuda.

— No hay de que, linda.

Me di cuenta por su acento y su físico que la chica no era de aquí.

Logré ver un ligero tono rosa en sus mejillas, la chica era adorable y muy hermosa, de lejos podía notar sus ojos color chocolate, tenía una nariz pequeña y unas pestañas largas y abundantes.

— En mil años me imaginé que podría encontrarte y menos en un lugar tan básico como un supermercado. — Ella se rió ligeramente. — Disculpa la molestia y entenderé si no quieres, pero, ¿Podríamos tomarnos unas fotos?

Sonreí por su timidez y su manera tan educada de abordarme, tenía tiempo así que podía concederle todas las fotos que quisiera.

Asentí, ella tomo su teléfono y puso la cámara para un selfie, nos tomamos dos fotos más a petición mía y luego me aleje un poco de ella.

AmoreWhere stories live. Discover now