Capítulo 10

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Sufran.

Sabía que debería de haberme avergonzado cuando fui despertada por Jennie a la mañana siguiente, estando en el sofá, completamente desnuda, con Rosé en el mismo estado, abrazada a mi cuerpo, las dos cubiertas solo par la gruesa colcha que yo había...

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Sabía que debería de haberme avergonzado cuando fui despertada por Jennie a la mañana siguiente, estando en el sofá, completamente desnuda, con Rosé en el mismo estado, abrazada a mi cuerpo, las dos cubiertas solo par la gruesa colcha que yo había traído el día anterior. Pero Jennie ya parecía estar muy avergonzada con esa situación, así que me esforcé para no empeorar las cosas.

-Dra. Manobal, ya son las siete y quince - ella informó en un susurro, teniendo cuidado para no despertar a Rosé . -¿Su turno no comienza en cuarenta y cinco minutos?

Casi me levanté de golpe, con el miedo de llegar tarde, algo que no pasaba hace mucho tiempo. Pero solo me contuve porque si me levantaba ahora, la situación allí sería aún más vergonzosa.

-Oh... yo... - Jennie tartamudeó, echándole un vistazo a mi ropa en el suelo, al lado de la de Rosé , y parecía estar librando una batalla para decidir si las recogía para entregármelas o no. Pero ella optó por salir de la sala. -Yo me voy... en la cocina.

Agradecí en un murmuro y me apresuré para vestirme cuando me quedé sola con Rosé , dejándola allí durmiendo mientras yo subía las escaleras corriendo para tomar un baño. Vestí la primera ropa que encontré y regresé al piso de abajo, encontrándome con Jennie parada a los pies de las escaleras con un termo en la mano, y mi maletín en la otra.

-Gracias, Jennie . Eres un ángel - agradecí, actuando sin pensar al acercarme y besar su mejilla. Nunca había hecho nada de eso con Jennie , pero parecía lo correcto en ese momento. Ella estuvo haciendo mucho por mí en los últimos días. -No despiertes a Rosé , ¿está bien? Déjala dormir un poco más. Cuando ella despierte, dile que me llame en mi descanso.

-Está bien, Dra. Manobal- murmuró Jennie , aún pareciendo sorprendida por mi repentina demostración de afecto.

Me despedí rápidamente y fui casi corriendo hacia el garaje, logrando llegar exactamente a las ocho en el hospital.

La semana siguiente pasó tan rápido que fue casi como si solo hubiera pasado un día. Y quería que fuera diferente. Quería que esa semana pasara como si hubiera durado un año o más. Porque esa sería la última semana de Rosé en mi casa.

Ella ahora dormía en mi habitación, deseandome un buen día cuando yo me iba a trabajar y esperándome con una sonrisa y un beso cuando regresaba al final del día. Y en mi descanso me pasaba hablando con ella por teléfono, ya sea en mi oficina o caminando por el jardín del hospital mientras me comía un sándwich. En la noche, cuando llegaba del trabajo, cenábamos juntas y luego veíamos una película o simplemente nos dirigíamos directo a la habitación, donde nos quedábamos largas horas conversando, hasta que la conversación moría y el deseo tomaba el lugar.

Aunque, en el fondo, sabiendo que estaba haciendo todo mal, no podía hacer otra cosa. Sabía que debería estar usando esos últimos días para acostumbrarme a la idea de que Rosé se iría al terminar la semana. Pero todo lo que podía hacer era aprovechar cada segundo, sin pensar en el día siguiente.

DULCE PECADO |CHAELISA| ADAPTACIÓN G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora