¿Romper La Regla, O Seguir La Regla?

315 5 0
                                    

Narra Ethan:

Mia se apresura a salir con su amiga, dejándome solo en la sala. Entre empezar la pasantía y todo lo de esta mañana, estoy comenzando a sentir que me paré dentro de la vida de alguien más, excepto que este es el trabajo que busco. El que va a lanzar mi carrera profesional. Al menos eso se siente correcto.

Apenas he llegado al escritorio de la recepción cuando veo a Rhett Orlan, el gerente de Recursos Humanos, dando zancadas por el pasillo.

Durante mi entrevista para la pasantía, me enteré que Rhett está en sus tempranos treinta, divorciado, sin niños, y recientemente se interesó por el ciclismo, natación, levantamiento de pesas y correr. El tipo siempre está enérgico; seguramente porque es un distribuidor de energía en polvo. Estoy casi seguro de que conseguí este trabajo porque él quiere que le dé unas tácticas de entrenamiento, pero oye, si eso es lo que me hizo entrar, estoy bien con eso.

—¡Ethan! —exclama y estrecha mi mano—. ¡Te he estado esperando, hombre! ¡Primer día! —Su cara luce como si ejercitara constantemente, algo así como esqueleto y músculos, como un pitbull—. Te ves bien. ¿Has estado pasando tiempo extra en el gimnasio?

—Nah. Últimamente solo hago algo de ciclismo. —Porque no puedo disponer de un coche. 

—¡Bien! Lo sabía. ¡Vamos, vamos a llevarte arriba! —Rhett enrosca un brazo sobre mi cuello y me guía por el pasillo. Es raro porque soy más alto. Y porque es, en serio, jodidamente raro.

Mientras dejamos el vestíbulo, miro hacia atrás, pero no la veo. 

—¿Olvidaste algo? —dice Rhett.

Sí, estoy tentando a decir. Tal vez la noche más genial de mi vida. Pero sacudo la cabeza. —No, estoy bien, hombre. ¿Cómo está yendo el entrenamiento? ¿Estás listo para el triatlón?

Durante la próxima media hora, firmo algo de papeleo en su oficina mientras me informa sobre su progreso. Para cuando me acompaña afuera de nuevo; sé su peso actual, índice de masa corporal, frecuencia cardíaca en reposo, entrada y salida diaria de calorías. Por mi conjetura, estamos a cinco minutos de un detalle completo sobre sus movimientos intestinales.

No es que no me importe o que no esté interesado en el chico. Es que para mí, estar en forma no se trata de números. Sino del juego. El bello juego conocido como fútbol en Brasil. Jugar me permite presionar mis límites físicos —lo cual es un gran límite— pero también se trata de ser parte de un equipo. Pertenecer a algo más grande que tú mismo. Los puntos de vista de Rhett con respecto a los deportes no podrían ser más diferentes que los míos. Él es, básicamente, un equipo de uno solo.

Me detengo junto a su puerta. —Oye, Rhett. No quiero interrumpirte, pero pensé que había solo un puesto para la pasantía. 

Sus ojos se agrandan. —¡Oh! —Se inclina, por lo que parece que estamos compartiendo un secreto—. ¿Conociste a Mia, eh? ¿Qué creerías? Es un dulce pedazo de...

—Sí, la conocí —interrumpo. Después de una nebulosa noche con ella, no debería importarme, pero siento que podría golpearlo si termina esa idea—. Entonces, ¿qué pasó? ¿Crearon otro puesto?

—No, no. —Los pulgares de la mano de Rhett bajan a mi hombro, y nos movemos hacia el pasillo otra vez. ¿Qué clase de persona de Recursos Humanos no entiende el espacio personal?—. El jefe quiere ser el único en darte los detalles, o sabes que te hubiese dicho todo.

Me da una mirada, como si él y yo fuéramos amigos íntimos. 

—Entiendo —digo. Pero no. No esperaba esto. 

Boomerang  © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora