En Una Cita: ¿Prefieres que cada uno pague lo suyo o pagar la cuenta completa?

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Narra Ethan:

Durante unos segundos, no puedo quitarme la imagen de la tanga rosa de Mia sobre mi tostadora. Es como si el tiempo se detuviera, y luego la estoy imaginando usándolas, y luego sin ellas, hasta que la voz del entrenador Williams aparece a través del golpeteo en mi cabeza.

Si estás a tiempo, entonces llegas tarde.

Eso me pone en movimiento, como lo ha hecho durante los últimos cuatro años. Solo puedo imaginar lo que el entrenador Williams podría pensar de mí: llegando tarde a las prácticas que se supone cambiarán todo para mí, y con tanta resaca que todavía estoy un poco mareado.

Dejo la cocina y voy hacia la sala de estar. La chica con la que me desperté —Mia— se apoya sobre su cadera mientras revisa en su bolso, así que me tomo un segundo para apreciar la vista. 

Maldita sea, ella es caliente. Me doy una palmada mental en la espalda.

—¿Puedo pedir tu dirección? —pregunta, sacando un celular—. Tengo que llamar a un taxi.

Una imagen de anoche destella en mi mente. Ella y yo saltando en un taxi tan pronto como salimos del bar. Estábamos demasiado apurados por estar a solas como para esperar a Jason e Isis. Pero ¿por qué demonios vinimos aquí en vez de ir a su casa? Mi apartamento es un peligro biológico.

—Creston Drive 44 —digo. Dejando a un lado los calcetines y canilleras, me siento en el sofá maltrecho y me pongo los zapatos—. En Westwood.

Mia hace la llamada, hablando rápido con el despachador, pero presiento que no es solo porque está llegando tarde. El tono de su voz es  humeante y vívido, como si hablara a menudo y se riera mucho. Ella es pequeña. No mide más de un metro sesenta, pero los tacones que usa le dan un impulso de diez centímetros. Mi camisa cae un poco cuando se agacha, y me da un excelente ángulo de su perfecta delantera.

—¿Cinco minutos? —dice Mia—. Gracias. —Cuelga y vuelve su atención hacia mí. Sus ojos son de color verde, pero no de ese débil color avellana por el que la gente los hacer pasar. Los ojos de Mia son claros y brillantes.

—¿Todo listo? —Me pongo de pie.

 —Sí, todo listo. —Deja el teléfono en su bolso y empuja un mechón de cabello negro detrás de su oreja. Sus ojos hacen un viaje rápido por todo mi cuerpo, y entonces echa un vistazo hacia la puerta principal—. Así que... ¿Gracias por el jugo?

Me muevo, bloqueando su camino. El protocolo de los rollos de una noche es entrar y salir, por así decirlo, pero no puedo dejar que se vaya. No es la única que necesita llegar a Century City, y es muy tarde para que vaya en bici. —¿Puedes esperar un segundo? Tengo que hablar con mi compañero de cuarto.

Mira alrededor del apartamento, boquiabierta. Hace cinco segundos, nuestra ropa estaba por todas partes. —¿Tienes un compañero de cuarto?

—Sí. Jason. E Isis. Es la novia de Jason, pero prácticamente vive aquí. Creo que los conociste anoche en Duke.

Mia me da una sonrisa temblorosa. —Está bien, me siento horrible al admitir esto, pero estoy tratando de recordar si tu nombre es Evan o Ethan. Así que es seguro decir que recuerdo vagamente algunos detalles.

Mierda.

Yo no buscaba nada serio, obviamente. Después de dos años con Alison, nada serio es un requisito. ¿Pero esta chica ni siquiera recuerda mi nombre? Es una mierda, aunque me encojo de hombros y sigo el juego.

—No hay problema. Es Ethan. Ethan Vance.

 —Soy Mia Galliano.

—Encantado de conocerte, Mia Galliano. —Nos quedamos allí por un segundo incómodo. Las presentaciones parecen fuera de lugar, teniendo en cuenta que estoy bastante seguro de que dormí con mi mano en su culo—. Dame un minuto —le digo, rompiendo el silencio—. Sírvete más jugo.

Muy bien, Ethan. Eso es lo que quiere la chica. Más PowerAde a las 8:33 de la mañana. Me dirijo a la habitación de Jason, llamo a la puerta una vez y la abro.

—¡Sí, Ethan! —Se ríe Jason—. ¿Cómo te fue, hombre? ¿Fue como andar en bicicleta?

 —Un poco más divertido que eso —le digo. Pero, maldita sea. Ojalá lo supiera.

—¿Se fue? —pregunta Isis. 

—Todavía no, pero tiene que hacerlo. 

—¡Ethan! 

—Tranquila, Isis. Ambos necesitamos irnos. Ella tiene un trabajo, y mi pasantía comienza hoy.

Isis resopla. —Eso apesta. Te ves como la mierda. 

—Entonces me veo mejor de lo que me siento. J, necesito un poco de dinero. —Las palabras arden en mi garganta. Odio pedir dinero—. Tengo que ir en taxi.

Jason niega con la cabeza. —Lo siento, hermano. Estoy quebrado. Anoche vaciaste mi billetera.

—¿Lo hice? 

Isis se ríe.  —¿No te acuerdas? Mia y tú tomaron tequila del cuerpo del otro.

Cristo, ¿tomé tequila de su cuerpo? ¿Había vuelto a ser un estudiante de primer año? —No importa.

Mientras me dirijo de nuevo a la sala de estar, considero revisar mis bolsas de deporte para tratar de encontrar algo de cambio, pero no tengo tiempo, y aun así, no encontraría lo suficiente para pagar el viaje. Solo queda una opción. Va a matarme, pero que se joda. Es la única manera. 

Encuentro a Mia de pie junto a la puerta principal, con una media sonrisa sexy en su rostro, y mi cerebro colapsa cuando me imagino lamiendo la sal de su piel aceitunada.

—¿Acabo de oír una vuvuzela? —pregunta. 

—Sí. Mi compañero de cuarto piensa que es gracioso. Así que, sobre ese taxi... ¿Te importa si voy contigo?

Mia frunce el ceño, y puedo decir que está sorprendida. Yo también lo estoy. No esperaba que la mañana se desarrollara de esta forma. —Claro —dice—. No hay problema.

—Genial. Y eh... ¿Otra cosa? —Joder. Estoy a punto de echar a perder mi oportunidad de volver a ver a esta chica, y quiero hacerlo. Al menos quiero averiguar qué diablos hicimos anoche. Pero estoy contra una pared—. ¿Te importaría pagarlo?

Boomerang  © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora