Capítulo 28: Bebés

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—No podemos follar si no estamos los tres, ¿recuerdas? —le advertí con un gruñido.

Estaba pactado que el sexo con penetración sólo iba a darse mientras los tres estuviéramos presentes, y con Jungkook lejos, era terreno prohibido.

El enano apoyó sus manos sobre mis hombros para tener más estabilidad y susurró con tono sensual e inocente:

—No quiero follar, voy a comerte la polla. Eso sí está permitido.

No se lo discutiría. El sexo oral estaba avalado, por lo que no me quejaría si mi chico tenía ganas de consentirme.

—¿Vas a tomar leche caliente antes de dormir, bebé? —me burlé.

—Recuerdo que alguien me prometió helado si salía de la piscina, pero no cumplió —detuvo los movimientos de cadera. Una de sus manos se deslizó por mi pecho hasta llegar a la cinturilla de mis pantalones. Lo desabrochó en un instante y sonrió con socarronería al liberar mi miembro de su prisión—. Si no vas a hacerte cargo de tus promesas, tendré que castigarte para que aprendas —se relamió los labios, al mismo tiempo que enroscaba sus dedos en mi erección.

Me masturbó con extremada lentitud, sacándome una respiración pesada. Lo hacía a propósito, divirtiéndose a mi costa. El enano era malévolo.

—Más que castigo, esto es un premio para mí.

Él frunció las cejas, molesto con lo que le dije. Apretó mi glande y rozó el pulgar sobre el orificio de la uretra, ocasionándome un respingo por la sensibilidad.

Le sujeté del cuello, ejerciendo cierta presión para atraerlo. Él apretó las uñas sobre mi hombro, utilizando la misma fuerza que yo.

—Cuidado con lo que haces —le advertí, con tono áspero.

En sus ojos brillaba el desafío. No quedaba nada del gatito mimoso y sumiso de hace apenas cinco minutos. En su lugar, estaba este Jimin lleno de deseo, osado y arriesgado, que no temía las consecuencias de sus actos.

—¿O qué? —contraatacó.

Su manita derecha liberó mi miembro. Pude notar cómo brillaba el líquido seminal sobre su piel. Entonces acercó los dedos regordetes llenos de fluido a su boca, limpiando los restos con la lengua en un gesto erótico que me quitó el aliento.

Me calentaba de sólo contemplarlo, con los ojos perdidos y el cabello revuelto. Mi niño tenía el talento de pasar a convertirse en un ángel caído lleno de lujuria en un mísero segundo.

Deseaba esa lengua áspera estimulándome, sus delicados deditos jugando alternadamente con mis bolas, y esa boquita rosada tan llena de mi carne como fuera posible, preferentemente barnizada de semen.

Él sacaba lo peor de mí, una necesidad oscura por poseerle, por llenarlo y marcarlo con mi esencia. Era una sensación primitiva y animal, aún desconocida, que me empujaba a querer dominar a ese lascivo muñequito al que todos cuidaban como si fuera de cristal, pero que era capaz de aguantarse el trato más ruin y despótico con tal de lograr su propia satisfacción.

Por más que acordé que no iba a hacerlo, quería joderlo, hundirme profundo dentro de sus entrañas, estirarlas hasta que el ardor de sus paredes me fundiera la polla. No había otra cosa que anhelara más que inseminar su estrechez, dejarlo tan rebosado de líquido que la cremosidad de mi esencia se filtrara alrededor de nuestra unión, incapaz de guardarlo todo dentro.

Eso me hacía Park Jimin.

—¿Te comió la lengua el gato? —volvió a provocarme, arañando mi longitud.

—Y una mierda.

Fui rudo al tumbarlo a un lado, dejándolo boca arriba sobre el colchón. Tomé posición encima de él, usando mi ventaja para robar un beso desesperado de sus pomposos labios, los cuales mordí y succioné sin cuidado alguno.

Before the baby ║ Kookmin/VminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora