50 ⌘ Falla de San Andrés

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—¿Estás bien?

Tai casi saltó tres metros en el aire cuando escuchó la voz detrás de ella. Sabía que se veía ridícula con la espalda pegada al mueble de los casilleros, y mirando a la persona que la había sorprendido como si temiera que le hiciera algo.

Lawrence parpadeó con los ojos bien abiertos, confundido por la exagerada reacción. Tai quiso golpearse la frente con la palma de la mano, pero una sonrisa comenzó a asomarse en la comisura de los labios de Lawrence en cuanto comprendió lo que había sucedido.

—Perdoname de nuevo —Lawrence soltó una risita al cerrar su casillero—. Parece que lo único que hago es asustarte.

Soltando un largo suspiro, Tai se separó de los casilleros, llevándose una mano al pecho para continuar con su tarea.

—No te preocupes —respondió, sabiendo que estaba colorada por la vergüenza—. Yo... estaba pensando en otra cosa.

—Pude darme cuenta —Lawrence no dejó de sonreír, cruzándose de brazos y recargándose en su casillero—. Te saludé al menos dos veces antes de que reaccionaras. ¿Estás segura que estás bien?

—Sí —Tai le dedicó una media sonrisa antes de seguir metiendo su cambio a su mochila—. Tengo un poco de prisa por llegar a clase de deportes.

—Faltan unos minutos para que suene la campana —Lawrence lo confirmó mirando su reloj—. Creo que tienes tiempo de sobra.

Tai no respondió, sopesando la idea de quedarse con la chamarra de Alek puesta o no, pero prefirió guardarla en su casillero para no tener que dejarla en los vestidores durante la clase.

—Es extraño verte sin Ivanov.

El comentario era en sí era aleatorio, pero para nada extraño. No era nuevo que a partir de que Tai y Alek habían hecho pública su relación, se les viera juntos por la escuela. Eso facilitaba el tener que explicar porque Tai necesitaba tener una niñera, que decir la verdad de su situación.

Tai se giró hacia Lawrence, dispuesta a explicarse, cuando notó el ceño fruncido y la mirada clavada en la chamarra doblada dentro del casillero. Ella hizo lo mismo, intentando comprender la razón detrás de la expresión, pero Lawrence no perdió tiempo suspirando, dejándolo pasar.

—Alek tuvo que reunirse con su entrenador de natación. Lo veré en clase.

—¿Vas hacia el campo? —preguntó Lawrence. Cuando Tai asintió, el chico se irguió con una sonrisa—. ¿Te molesta que te acompañe? Acabo de darme cuenta que dejé la corbata del uniforme en los vestidores por la mañana.

Una campanita se activó en la cabeza de Tai ante el ofrecimiento. El hecho de tener compañía era la razón principal del protocolo. Este no especificaba que la persona que la acompañara tuviera que ser alguien de confianza, simplemente que Tai no estuviera sola. Y siendo Asher, Emma o Lawrence, Tai no creyó que fuera a hacer mucha diferencia. Además, Lawrence tenía un motivo real para ir a los vestidores.

El rostro de Lawrence pareció el de un niño en plena mañana de navidad cuando Tai le sonrió en respuesta, asintiendo antes de cerrar su propio casillero.

—Gracias —murmuró Tai mientras se ponía su bolso al hombro.

—No tienes que agradecer —Lawrence se colocó a su lado, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón y caminando con un paso mucho más relajado que el que había llevado Tai desde que había salido de la cafetería—. Podrías ayudarme a decidir si puedo acomodar mi corbata para que luzca medianamente decente. Leroy odia cuando la tengo mal colocada.

—¿El profesor Leroy es tu prefecto?

Aún había bastantes estudiantes disfrutando del almuerzo en los jardines, pero conforme se alejaban del edificio principal, el número iba bajando, considerando que el receso estaba a punto de terminar.

La Historia Entre Los Dos [Libro #1]Where stories live. Discover now