39 ⌘ El Malentendido

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La clase de educación física dentro del auditorio que contenía la cancha de baloncesto fue extenuante. Tanto, que los alumnos apenas tuvieron oportunidad de hablar entre ellos.

Y por la sonrisa triunfal de Ted, Tai sospechaba que todo había sido planeado.

Ted había organizado una carrera de obstáculos con el mobiliario que usaba el equipo de gimnasia. Se dividieron en dos equipos para recorrer el circuito de obstáculos que Ted había establecido.

Hombres contra mujeres, a pesar de que el equipo de mujeres tendría al menos una tercera parte más que los integrantes que los hombres.

Aunque Ted había dejado muy en claro que no era una competencia, sino una prueba para medir la agilidad de los chicos, eso no impidió que ambos bandos lo tomaran de manera personal.

El circuito consistía en saltar dos taburetes de caballo, característicos de entrenamiento de gimnasia, una escalera de cuerdas para escalar, cruzar la barra de equilibrio (que afortunadamente para Tai, se encontraba a nivel del suelo), y escalar una cuerda para tocar la campanilla e indicarle al profesor que habían terminado el recorrido.

La carrera comenzó con una de las chicas de la clase de Kai y Asher, mientras que Henry había arrancado unos segundos después. Después de esperar a que la chica pudiera saltar el segundo taburete, Henry tomó la ventaja en la escalera de cuerdas, apresurando su paso en la barra de equilibrio donde casi toca el suelo, y subió la cuerda a la mayor velocidad posible.

Fue entonces que los chicos corearon la victoria, y las chicas mantenían un mohín por haber perdido.

La clase fue divertida a pesar de los tropiezos, porque la implícita competencia hizo que los chicos no quisieran cambiar de rutina hasta ver quien ganaba más rondas.

Al principio, Ted se molestó cuando la contraparte perdedora abandonaba el circuito. Pero viendo lo entusiasmados que estaban los chicos en querer repetir el circuito hasta tocar la campana, se limitó a ser un mero espectador y animar a los participantes.

Después de varios ciclos cumplidos, Tai estaba respirando por la boca con cansancio.

Nunca había sido deportista, y ansiaba el momento en el que Ted detuviera la carrera para descansar solo un poco sin sentir que de nuevo tenía que correr.

Ya ni siquiera le importaba llegar primero que Ben, a pesar de llevarle la ventaja gracias a los taburetes de gimnasia. Tai respiró hondo antes de tomar la siguiente cuerda mientras intentaba mantener el equilibrio sobre la escalera de cuerdas, cuando para su mala suerte, decidió mirar hacia abajo.

Alek había terminado su turno, sonando la campana para dar inicio a la carrera de Tai y Ben.

Y con ya varias rondas ejecutadas, era normal que con el esfuerzo todos los alumnos terminaran sudando.

Lo injusto era que mientras la mayoría de los chicos se veían grotescos con el rostro empapado en sudor y uno que otro con la playera manchada en lugares poco atractivos, Alek se viera como un modelo de catálogo profesional. Y aún más injusto, era que, para limpiarse el sudor del rostro, utilizara la parte baja de la playera del uniforme, dejando al descubierto su abdomen.

No era culpa de Tai, ¿de acuerdo?

Incluso desde donde estaba, alcanzó a escuchar los murmullos emocionados de sus compañeras, mientras Alek seguía limpiándose el rostro de manera inadvertida, dejando a la vista esos malditos abdominales marcados por la natación.

Y tal vez por estar tan ocupada comiéndose a su novio con los ojos, Tai ni siquiera se fijó en donde estaba extendiendo la mano, tomando aire en vez de cuerda. Perdiendo el equilibrio, la escalera terminó por girar ciento ochenta grados. Tai apenas alcanzó a soltar un grito cuando sintió el vértigo de la caída libre.

La Historia Entre Los Dos (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora