Capítulo 14 - Revelaciones

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"La gente no puede descubrir nuevas tierras hasta que tenga el valor de perder de vista la orilla" - André Gide

Luna

El cielo está teñido de un color rojo azufre. Los últimos rayos de un sol anaranjado y viejo iluminan la oscura tierra a mis pies, yerma y sin vida. ¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado aquí? Las preguntas se agolpan en mi mente sin respuesta y una tristeza que no siento que me pertenezca inunda mi alma.

Abandono el balcón, amplio y blanco como el marfil, para adentrarme de nuevo en ese palacio que extiende sus tres enormes torres hacia el cielo. ¿Qué hago aquí? ¿Por qué me siento tan vacía? Sigo sin obtener respuesta. Este no es mi hogar, este no es mi cuerpo, eso es lo único que sé con certeza.

Debo llevar andando horas porque, cuando miro al exterior desde un enorme ventanal lleno de polvo, una pequeña luna rosada ilumina ese desierto sin vida. ¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¿Quién soy exactamente? Esa luna no es mi luna, es pequeña y más joven que la mía.

Esta tierra no es mi tierra, este mundo no es mi mundo y esa luna no es mi luna. Yo tampoco debo de ser yo.


El traqueteo de las curvas y baches acaba por despertarme. Voy abriendo poco a poco los ojos, intentando averiguar qué hago exactamente en una furgoneta; el mundo que he visto en mis sueños empieza poco a poco a desvanecerse hasta que sólo soy capaz de recordar vagos matices. Una voz masculina y grave que no consigo reconocer tararea una canción de Barry White, pero sigo un tanto amodorrada y soy incapaz de enfocar mi vista en él.

- The first, the last, my everything - tararea el desconocido animadamente.

Me acomodo intentando no hacer ruido mientras los recuerdos de todo lo ocurrido vuelven a mi mente; Arnold debió de darme un buen golpe porque es lo último que recuerdo. Me llevo la mano a la frente, donde un trapo mal puesto y lleno de sangre seca me confirme mis sospechas.

- ¡Eh, Luna! ¿Estás bien?

La voz de James a mi lado me tranquiliza, si él está aquí es que las cosas no han ido tan mal. O por lo menos no demasiado mal.

- ¿Qué ha pasado? ¿A dónde vamos?

- Conseguimos escapar. El amigo de Michael te lleva a que te revisen el golpe - Pone su mano en mi hombro y lo aprieta suavemente -. Llevabas inconsciente un buen rato, me tenías preocupado.

Por fin me acerco, con la vista recuperada, para conocer al joven conductor, que sonríe mostrando unos dientes perfectos. Su tez es de un bello color tostado y su pelo cae rebelde sobre sus hombros, dándole un aspecto salvaje y, sorprendentemente, amigable. Por alguna razón siento que lo conozco de algo.

- ¡Hola, dormilona! Me llamo Dasan, encantado.

Guiña su ojo derecho, haciendo que sonría tímidamente. Para no sonrojarme fijo mi vista en Michael, sentado en el asiento del copiloto; parece terriblemente afligido.

- ¿Y Alex?

No la veo por ningún lado, y eso no es una buena señal.

- Se ha quedado con Ariadna.

Outsiders (en español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora