Capítulo 6 - Oh, Canadá

374 35 23
                                    

"No te fíes de nada ni de nadie, hasta tu propia sombra te abandona en la oscuridad" - Anónimo

El vuelo es largo y pocas son las cosas con las que matar el tiempo. Mirando por la ventanilla, intentando no alterarme al ver despegar ese pájaro artificial, siento el pulso de mi corazón demasiado fuerte y todos los músculos en tensión. Mi primer viaje en avión no es un trayecto agradable.

Sorprendentemente, Alice y Luna enseguida cogen el sueño y se pierden en un mundo donde el tiempo pasa más deprisa, pero yo soy incapaz de imitarlas. No tengo nada con lo que comunicarme ni pasar el rato, los móviles fueron lo primero que Leonard y el doctor Foster nos arrebataron, y ahora deben de yacer muertos en algún contenedor. El aburrimiento es tan fuerte que me pongo a ver la poco interesante película que se proyecta. Las películas de romance nunca han sido lo mío; Crepúsculo no va a ser la excepción.

Totalmente quieto, mi acompañante invisible invade el carril sin mover ni un músculo ante los incesantes vaivenes del avión. Es incómodo ver a la ignorante azafata atravesarle, sin sentir absolutamente nada de su presencia. Una sensación a la que él ya debe de estar acostumbrado, de tantas semanas anclado a mí.

La película acaba antes de lo previsto y vuelvo a encontrarme inundada en la monotonía. Sentir que me explota la vejiga es lo más divertido en horas. Me levanto, esquivando a mis dormidas amigas, y voy hacia el pequeño baño del fondo.

Al acabar, me miro en el espejo, cansada de toda la actividad de esos días, cansada de todo lo que me espera.

"Siempre me he preguntado por qué no tenéis cuernos".

La voz de mi etéreo acompañante me sorprende, ya me había acostumbrado a su silenciosa presencia.

–        Yo también podría preguntarme por qué vosotros tenéis cuernos.

Se yergue, lleno de orgullo, y se acerca a mí, demasiado para mi gusto. Tanto que, si no fuese porque su presencia es fantasmal, podría sentir su hálito en mi oreja.

"En los cuernos reside nuestro poder. Si los cortan, no somos nada".

Vaya. Menuda revelación.

–        ¿Por qué estás hablando conmigo?

Se encoje de hombros y me atraviesa con su fría mirada.

"Escuché tu conversación con Luna."

Me lavo las manos y le ignoro, dándole vueltas a la situación.

"Últimamente están pasando muchas cosas... creo que si nos echamos una mano podemos acabar con este martirio."

Me giro para mirar fijamente sus ojos totalmente negros.

–        Llevas siendo un incordio semanas, ¿por qué iba a ayudarte ahora?

"Ahora eres más sabia y madura que hace unos días. Quizás puedas serme de ayuda."

–        ¿Quién dice que quiera ayudarte?

"¿No quieres deshacerte de mí?"

Sin contestarle, abro la puerta del baño y avanzo por los pasillos hacia mi asiento. Antes de sentarme, oigo claramente sus palabras en mi mente.

"Mi nombre es Yokaidomachi. Puedes llamarme Yokai."

No puedo evitar sonreír ante tal descubrimiento.

Llegamos a Toronto, pero todavía estamos demasiado lejos de nuestro destino. El frío me pilla desprevenida y, con el abrigo que Alice me ha proporcionado, me arrebujo todo lo posible para mantenerme en calor.

Outsiders (en español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora