10. El café de la vergüenza II

115 31 21
                                    

Qué acabo de decir, ¡qué acabo de hacer!

¿Habrá forma de regresar en el tiempo?

Vengo de papelón tras papelón, sin dejar de comportarme como una loca. Y ahora estoy envuelta en un compromiso de tener que decir algo a Blake. ¿En qué estaba pensando?

Se supone que tengo que borrar a Blake del universo, que él es la causa de todo lo que está pasándome y que tengo que mantener ese pacto de fidelidad que había firmado conmigo misma para terminar de una buena vez con esta pesadilla. Pero no. Ahí me tienen. Trastornada y dejándome llevar por puro impulso nada más.

Si lo de la plata es un mito, todavía no lo sé. Tampoco puedo (ni quiero) disparar a nadie, mucho menos a esa delicia de hombre llamada Blake Hanson. No quiero probarlo. Por eso la salida más cómoda me resulta seguir intentando acercarme a él para hablar y conocer qué hay detrás. Al mismo tiempo, desconozco si el hecho de que no ocurrió nada es porque él es un humano normal o porque no estaba en su forma de "bestia", al momento de entrar en contacto con el objeto de plata que traje de contrabando.

El simple contacto entre su piel y dicho material no debe de ser suficiente, lo sé, aunque tampoco sería algo fácil hacerle una incisión con el cuchillo. No podría simular un accidente, pues me pondría en evidencia, ni podría intentar cortarlo de manera directa porque no quiero y porque ni siquiera sería yo un rival para él. Su cuerpo escultural evidencia toda la fuerza y habilidad que porta.

Hay otras formas, me convenzo, así que no renuncio a la idea que se me ocurrió cuando le hablé hace un momento. Todo se trata de entablar pláticas y comprometerlo a futuro para otras pláticas más...

—Y... ¿vas a decirme algo? —Percibo por primera vez impaciencia y seriedad absoluta en Blake, así que me apresuro a responderle:

—Sí. Creo. Digo, claro que sí. Eres coleccionista, ¿verdad? —improviso, a lo que él me contesta:

—Para ser sincero, no es que sea un coleccionista. Pero sí tengo un par de cosas interesantes en mi casa. De hecho, me gustan mucho las antigüedades. Supongo que mi familia me transmitió eso.

—Qué bien. Yo quería decirte que, si gustas, puedes quedarte con... este cuchillo —le miento, nada más para seguir el juego, pero el arrepentimiento me golpea con fuerza apenas pronuncio esa última palabra.

Sé que mi madre lo sabrá. No habría forma de poder enmendar un error como este. ¡Ojalá que Blake diga que no!

—No, Elle —expresa, como si me hubiera leído los pensamientos, y recién puedo quedarme tranquila—. Es muy amable de tu parte. Pero piensa en algo: tu madre podría molestarse por esto.

—Oh, es cierto, Blake. ¡Qué tonta, yo misma te lo había mencionado! —me quejo agarrándome la cabeza.

¿Cómo no me había puesto a pensar en lo ridículo que debe de resultarle tenerme ahí, a una desconocida, ofreciéndole de regalo una colección familiar luego de lo que parecía una tentativa de homicidio?

Tengo que ir al grano, ya estoy dándole demasiadas vueltas a este asunto y mi mirada no deja de bajar en todo momento para perderse en sus pectorales tan marcados. Sin embargo, llegado el momento, me percato de que la profundidad con la que Blake está mirándome a los ojos es tan real que logra que yo aparte mi mirada, porque me pone incómoda. ¿Estará coqueteándome y no me doy cuenta?

—Bueno, tengo que irme —digo y termino evadiendo la situación, pero sus palabras hacen que me transforme cuando escucho:

—Por cierto, ¿pudiste solucionar lo de la otra vez?

—¿Qué? No sé de qué estás hablando —expreso con susto, aunque él aclara:

—Lo de tus hojas. Me pediste que te prestara las mías, pero yo no tenía todo y...

Plenilunio: Luna del Lobo (Concluida)✔️ [+13]Where stories live. Discover now