CAPÍTULO 4

722 107 29
                                    

Eren, frente a él, seguía teniendo la mandíbula apretada y una mirada de molestia, a pesar de que Farlan se hubiera marchado minutos atrás y se quedaran solos.

No dijo nada incluso cuando Levi le sirvió un vaso de agua, diciéndole que se calmara y dejara la ira de lado.

Se sentó a un costado suyo, mordiendo su labio inferior.

-No tenías que reaccionar de esa forma, Eren -le dijo con voz suave.

Eren le miró con el ceño fruncido.

-Iba a besarte. Ese maldito bastardo iba a besarte y-

-Y tú has besado a Armin -le interrumpió Levi, ahora con expresión dolida-. ¿No es eso injusto, Eren? ¿Qué tú tengas un amante y te estés comportando de esta forma? ¿Ya te has acostado con él?

Eren no dijo algo por varios segundos, bebiendo agua en silencio, y cuando dejó el vaso sobre la mesita del living, lucía mucho más calmado.

-No -dijo Eren-, sabes que no lo he hecho, Levi.

Levi arrugó los labios, negando con la cabeza.

-¿Por qué debería creerte?

-Porque sabes que no te mentiría con eso -replicó Eren, poniéndose de pie-. Por mucho que quiera el divorcio y esté enamorado de Armin, sabes que no me acostaré con él hasta que los papeles estén firmados. Incluso sabes que, si lo he besado, ha sido después de pedirte la separación, de decirte la verdad, ¿no es así?

Sonriendo amargamente, Levi asintió, forzándose a no lucir herido a pesar de las palabras de Eren.

Tenía claro que su esposo no le mentiría con eso, que estaba diciendo la verdad, pero eso no lo hacía más fácil. De alguna extraña forma, si le hubiera dicho que se acostaba con Armin, no tendría tantas dudas, porque habría atribuido los deseos de separación a una calentura de Eren por su asistente, sin embargo... Si no se habían acostado y con suerte compartieron unos besos, eso significaba sentimientos más profundos que le aterraban.

-¿Qué estás haciendo aquí, Eren? -preguntó Levi con voz rota.

Eren apuntó a su bolso.

-Vengo por los papeles -contestó, impasible-, pero también tengo claro que eres una persona demasiado terca, Levi -suspiró, sentándose-. Treinta días, ¿no es así?

Levi asintió en silencio, mirando a los ojos esmeraldas de su marido.

-¿Cómo pretendes hacerlo, Levi? -Eren suavizó su tono-. Comprendes que yo ya no te amo, ¿cierto? Sólo te estás haciendo más daño, pequeño.

Que le llamara con un diminutivo hizo que algo doliera en su interior.

-¿Más daño? -se burló, quebrado-. ¿Cómo me haré más daño, Eren? El hombre que amo quiere dejarme porque está enamorado de otro, y lo único que pido son treinta días para poder demostrarle que aún puedo ser suficiente para él.

La expresión de Eren cambió, le tomó las manos, llamando su atención, pidiéndole con ese simple toque que se calmara un poco.

-Levi, bebé -murmuró Eren-, no digas esas cosas, ¿está bien? Tú eres... tú eres más que suficiente para cualquier persona, es más, yo diría que... que nadie te merece, menos yo -Eren trató de sonreírle, aunque Levi desvió la mirada, sabiendo que pronto se pondría a llorar-. Cariño, todavía te quiero, y porque te aprecio lo suficiente es que te estoy pidiendo esto. Por favor, firma los papeles, no es necesario que continúes con esta tontería.

Su labio tembló.

-¿Tontería? -tragó saliva-. ¿Querer luchar por tu amor te parece una tontería? -se puso de pie, repentinamente enojado-. ¿Querer salvar nuestro matrimonio, nuestra relación de ocho años, te parece una tontería?

Apego - EreriWo Geschichten leben. Entdecke jetzt