Capítulo 14

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—Deberías irte—tomo el valor de levantar la cabeza y ver de nuevo a sus ojos, me aprieta más a el

—Un minuto más—se encorva para meter su rostro en mi clavícula y aspira, lo que hace que mi cuerpo reaccione ante eso.

—No, no deberíamos—tartamudeo porque no tengo control de nada en este momento, se aparta sin soltarme, se acerca de nuevo y rosa mis labios con los suyos, queriendo besarme de nuevo, no lo dejo—¿Por qué? —pregunto en un susurro.

—La pregunta es ¿Por qué no? —rosa su nariz con la mía, mientras acaricio sus brazos que no han dejado de sostenerme.

—¿Por qué tú...?—dejo la pregunta sin saber que decir, la verdad es que en este momento no tengo nada en la cabeza más que este momento.

—Yo, ¿Qué Sammy? Por que soy un desgraciado, que nunca toma en serio a ninguna mujer, que tengo sexo con alguna que otra que me encuentre y me llame la atención—afirma, y siendo sincera no había pensado en ello—y que, a pesar de las advertencias de Valentino, de que contigo no, aquí estoy, tomando el valor que nunca había tenido desde hace mucho tiempo.

—Arturo...

—Arturo ¿qué? Sammy, responde ¿Por qué no?

—¿Por qué yo? —interrogo con miedo de escuchar la respuesta.

—Esa no es una pregunta valida, así que no tiene respuesta. —me besa de nuevo de manera delicada y cuando separa sus labios de los míos habla—no estas rechazándome, Sammy.

—Como podría, si besas así de bien—su risa invade el lugar haciendo que sus lindos ojos azules se achinen—no te rías—le doy un golpecito en el pecho.

—¿Ya te sientes tranquila? —acaricia mi mejilla con cariño, de verdad está preocupado por mi

—Si—toma mi mano, la lleva a sus labios, besa el dorso de esta y pone la palma sobre su mejilla, acción que hace que me derrita como chocolate en horno, imposible contener el rubor de mi rostro—y, y ¿Qué pasara ahora?

—Nada, si estás de acuerdo, deja que fluya, y prometo no correr tras tu media hermana—Niego mientras contengo la risa— y antes de que digas mas y te metas mas dudas innecesarias por esa cabecita tuya, voy hablar con Valentino, porque, si se entera por otro medio, voy a morir antes de volver a besarte.

—¿Por qué hablarías con él? Dijiste que debemos dejarlo fluir, lo que significa, ningún compromiso.

—¿Así? Bueno, dije, déjalo fluir, pero eso no significa que no quiera que esto vaya más allá. Debo irme—me da un último beso fugas y sale de la casa, mientras lo despido, pellizco mi brazo para asegurarme de que esto, no sea un sueño.

Cierro la puerta, y me recuesto en esta, deslizando el cuerpo hasta el piso, aun, sin creer lo que ha pasado.

Veo la invitación de la boda de la bruja descarada, y voy a la cocina por unos serillos, le prendo fuego sin remordimientos.

Veo las pequeñas llamas e imagino que lo que se quema, es todo lo que me hizo sentir mal, que es el poder que tuvieron para dejar que atropellaran mis sentimientos, y sonrío, recordando los suaves labios de Arturo sobre los míos, y lo lindo que ha sido conmigo, y es ahí cuando me doy cuanta de que, aun, sigo creyendo en los príncipes azules y en santos que orinan.

Arturo

Sigo dentro del auto sin creer lo que hice, al fin, tomé el valor de decirle Sammy lo que siento por ella. No fue nada fácil, sin embargo, sabia que no era imposible.

Salgo del vehículo estacionado en Fontaine, si, voy directo a ver a mi mejor amigo, ponerle las cartas sobre la mesa y así, tendré pase libre con Sammy.

—Buenos días Andrea—saludo a la recepcionista con una de mis mejores y amables sonrisas, que me regresa, por supuesto.

—Buenos días Señor Specter, avisaré a la secretaria del señor Fontaine, de su llegada.

—Es muy amable de tu parte—le regalo un guiño que hace sonreír a boca cerrada con un pequeño sonrojo en sus mejillas.

Subo al ascensor hasta el piso donde esta la oficina del señor todopoderoso, mi mejor amigo y es la primera vez que siento el corazón como si corriera un maratón.

Salgo del ascensor dando un respiro profundo, saludo a la secretaria de turno, ya que desde que se fue Sammy, esto ha sido un caos, han pasado demasiadas mujeres por aquí, quienes no soportan el peso de ser asistentes de un presidente exigente, cuidadoso y malhumorado.

Toco la puerta de su oficina y espero el delante de mi mejor amigo dándome acceso.

—Buenos días amorcito—levanta su mirada, me sonríe a boca cerrada, aprovecho para lanzarle un beso lo que hace gruñir—¿Cómo te amanece hoy? —me siento sobre el sillón que tiene en su oficina.

—No me extrañan tus visitas sin avisar, pero, espero sean buenas noticias.

—Sigues de mal humor, desde que Sammy no está...

—Ya está mejor, según Samuel, presentó un buen progreso.

—Vengo de su casa, bueno, pasé a desayunar con ella—levanta con lentitud la mirada de su ordenador y deja de teclear.

—¿Por qué harías eso? —claramente me acusa con la mirada, me pongo nervioso, es como si le estuviera pidiendo permiso a un padre para salir con su hijita, Valentino, aprecia mucho a Sammy, y aunque las personas no son indispensables en un trabajo para él, ella, si lo es.

—Besé a Sammy y ella me correspondió—se levanta con lentitud y se acerca a mí, se sienta en el sillón, a mi lado, no está calmado sino, impresionado.

—¿Qué parte de con Sammy, no, no entendiste? ¿Te lo dije en japones? recuerdo que usé nuestro idioma, sí, sí, tengo un claro recuerdo de ello—me grita—ahora no voy a poder recuperarla. Y también recuerdo que dijiste que no la veías de esa manera, ¡maldito mentiroso.! —me acusa.

—Bueno, me conformaba con verla a distancia, jamás pensé que pasaría por tal cosa.

—Quiero golpearte hasta que dejes de respirar, sin embargo, no puedo hacerlo por que solo Sammy podría encontrar un predio baldío para enterrar tu cuerpo y que jamás sea encontrado.

—Pensé que te pondrías peor, ya estaba listo para dejarme dar una paliza, porque sé cuánto la adoras, y que es el motivo por el cual pospusieron la fecha de la boda.

Se recuesta sobre mis piernas, como si fuese mi novia, si, esa es la confianza que tenemos.

—Ya Sammy, me llamó para explicarme todo, así que tranquilo, tienen mi bendición, pero a la primera que la hagas llorar, te mato.

Me inclino y tomo su rostro, beso su mejilla con un sonoro beso lo que lo hace reír—te amo mi príncipe.

—Y yo a ti cariñe—me guiña y se levanta, mientras me corre de su oficina por que debe trabajar como el maniático que es.

A pesar de las Decisiones (Serie reencuentro 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora