La Primera Señal: Los Mártires Ocultos

Start from the beginning
                                    

-Como los odio...-
Murmuró entre dientes Suichi teniendo sus manos apenas amarradas detrás de su espalda mientras era llevado por sus hermanos disfrazados, también se le había quitado su katana.

-Lo siento-
Se disculpó Soshin entre susurros.

-Yo no-
Sonrió Shinobu al ver a su hermano con las manos atadas, hace mucho que deseaba hacer eso.

-Nadie preguntó tu opinión-
Le respondió él con remordimiento.

-¿Tienes el cuchillo?-
Le preguntó Shiro a su hermano quien asintió de forma disimulada.

-Puedo sentirlo en el tobillo-
Respondió con la voz muy baja.

-Perfecto-

-¿Crees que funcione?-
Esta vez fue Soshin quien hizo la pregunta.

-Esperemos que si-

Siguieron el camino pasando desapercibidos con los demás bandidos gracias al ingenioso plan y a la oscuridad de la cueva que se distorsionaba gracias a las pocas antorchas que estaban incrustadas en las rocosas paredes.

-¡Alto allí!-

El grupo detuvo su camino sin levantar la cabeza, querían pasar lo más desapercibidos posible y más las chicas quienes tenían que tener mucho cuidado al hacerse pasar por hombres.
El bandido que les llamó la atención se acercó a ellos escrutándolos con la mirada incluyendo al joven "Prisionero".

-¿De dónde lo traen?-
Preguntó el hombre muy malhumorado.

-De dónde trajeron al otro sujeto-
Respondió Shiro no haciéndose notar demasiado.

Aquello pareció haber convencido al ladrón quien solo asintió.

-Es una aldea plagada-
Opinó con desprecio.
-Isamu se encargará-
Señaló con su cabeza a otro ladrón que estaba detrás de él quien se acercó a ellos.

Tras una silenciosa y discreta duda los hermanos aceptaron para que el ladrón mencionado se llevara al chico con él, tenían que despreocuparse un poco pues tampoco se trataba de un niño indefenso.

...

Las puertas de las rejas de bambú fueron abiertas al momento que en el interior de esta cárcel improvisada fue arrojado con brusquedad el adolescente quien se levantó del sucio piso al instante que se apegaba a la reja para ver a sus captores de frente quienes solo rieron y se marcharon.

-¡Idiotas!-
Les gritó pero estos lo ignoraron y ya se habían ido.

Supo que el plan iba como lo habían acordado, se sacudió la tierra de la ropa y percibió que alguien estornudaba a sus espaldas. Volteó lentamente dándose cuenta que habían más personas allí encerradas con él, en total eran como doce incluyendo ancianos y niños.
Fue extraño que ninguno intercambió palabras, ni siquiera el joven que hasta hace unos segundos estaba más que seguro de lo que hacía y ahora se encontraba allí, mudo ante ellos.
Los pocos niños que habían abrazaban a sus madres con miedo y otros simplemente se escondían, todos los prisioneros tenían apariencia andrajosa, parecían no comer ni dormir bien.

-¿Ustedes.... De dónde son?-
Les preguntó Suichi con algo de duda.

Las personas no respondieron, parecían temer pero a pesar de aquello un anciano abrió paso entre el grupo y se acercó a él.

-¿De dónde te robaron?-
Preguntó el hombre mayor directamente.

-¿Perdón?-

-A nosotros nos robaron de una aldea cercana llamada Tōri-Sawa-
Explicó.
-No sabría decir hace cuánto, hemos perdido la noción del tiempo al estar encerrados aquí-

El Clan De Los Mártires Where stories live. Discover now