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— No hasta que me respondas, ¿Por qué no puedes ahora?

Frunció el ceño y respondió. — No tengo porque darte explicaciones. — intentó seguir su camino, pero nuevamente fue detenido por el castaño, quien lo agarró por el brazo. — Sueltame bastardo.

— Respondé. — pidió y volvió a verlo a los ojos.

— Imbécil, mañana tengo que ir a ver a mi jefe por la mañana y quiero descansar, ahora sueltame. — respondió safandose del agarre.

— Te acompaño a tu departamento. — dijo y a cambio recibió un golpe en el rostro que lo mandó directo al suelo.

— No te atrevas a seguirme, maldito bastardo. — pasó sobre el cuerpo del castaño y siguió su camino.

— Auch... ¿Cómo es posible qué no vine llegar ese golpe? — se levantó, se acarició el rostro y sin importarle la amenaza de Chuuya, lo siguió.

Chuuya está realmente tratando de tranquilizarse, pero sentir la presencia del castaño siguiendo lo no lo está ayudando en nada, lo admite, el golpe que le dió fue por dos motivos: el primero, fue por ser un imbécil y decirle que lo acompañaría a su departamento, el segundo por verlo al lado de ese joven albino... ¿Celos? Sí, por celos.

A su mente llegó otro recuerdo que logró tranquilizarlo un poco... ¿Un poco? Sí, aún tiene que encontrar la manera de alejarse del castaño de una buena vez.

Y la única que se le vino a la mente fue dejarlo en la calle golpeado, pero borró eso al ver pasar personas a su lado, no, sin duda alguna no quiere armar un alboroto, resignado paró su andar para hablar civilizada mente con el hombre.

— Ya dime de una maldita vez ¿Qué mierda quieres?

Bueno... Ésta hablando con tranquilidad... Su vocabulario... Simplemente es parte de él, nadie podrá cambiar eso y como todos siempre dicen: nadie es perfecto en este mundo.

— Ya lo sabes, quiero hablar contigo y sino lo puedo hacer ahora, al menos déjame acompañarte a tu departamento. — respondió colocándose a su lado.

Suspiró. — Te diré dos razones por las cuales no puedes “acompañarme” a mi departamento. — dijo volviendo a caminar. — Primero — levantó un dedo. — quiero descansar y si tú vienes no lo podré hacer. Segundo. — levantó un segundo dedo y paró su caminar para ver al castaño a los ojos. — ya no vivo en ese departamento, por lo tanto no puedes acompañarme. — finalizó y continuó con su camino.

— Entonces, ¿En dónde vives? — preguntó siguiéndolo de nuevo.

— Eso no es de tu incumbencia.

— Chuuya... — lo agarró del brazo haciendo que lo volviera a ver.

— ¿Qué quieres? Y sueltame. — se soltó del agarre y colocó su mano derecha en su cintura.

— Quiero que hablamos. — se acercó más a él.

— ¿Hablar de qué? Aléjate. — frunció el ceño.

— De esa noche... — se detuvo quedando a unos centímetros del pelirrojo.

— ¿De esa noche? ¡Ja! No jodas Dazai, ¿Qué quieres? ¿Burlarte de mi?

— No, no quiero burlarme de ti, quiero que me escuches, que me dejes explicar el porque te respondí de esa mane- fue interrumpido por el pelirrojo quien lo agarró por el cuello de la camisa.

— No quiero tu estúpida explicación, ¿Qué me vas a decir? ¿Que eres un idiota que le gusta jugar con los sentimientos de los demás y ahora quieres que te perdone? — apretó más el agarre. — ¡Responde! — exigió al ver que no decía nada.

— Lo lamento, fui un idiota, me equivoque, quiero que me des una oportunidad para remediar ese error.

— ¿Una oportunidad? — preguntó soltandolo.

— Sí, Chuuy- un golpe en el estómago fue lo que recibió.

— Maldito hijo de- no terminó su insulto a causa de una llamada que comenzó a sonar en su celular. — No te atrevas a seguirme. — le dió una patada en el estómago, continuó su camino y contestó la llamada.

— C-Chuuya... no te vayas... — habló desde el suelo el castaño viendo partir al pelirrojo, se levantó como pudo y sin importarle recibir una golpiza de parte de Chuuya lo siguió.

...

Caminando rápido por las calles, iba hablando por teléfono.

¿Pasó algo?

No, no ha pasado nada,
Gin está descansando, y solo
quise aprovechar para
preguntar sobre lo que
estuvieron hablando...

¿En verdad quieres saber?

Sí...

Entonces pregúntale
a tu hermana.

Ella no me quiso decir nada.

Bueno, si ella no te dijo
nada yo menos puedo
hacerlo.

¿¡Ah!? ¿Por qué?

Porque le prometí que
no diría nada, y sabes que
siempre cumplo con mi
palabra, así que no
insistas.

¿Por qué ninguno de
los dos me quiere
decir algo?

No te preocupes, ya te
enterarás. Además, dijo
que estaba feliz, ¿No es así?

Sí...

Entonces no hay nada de
lo que debas preocuparte,
descansa y veremos si
mañana te lo dice.

Esta bien...

Bien, nos vemos mañana.

Hasta mañana Chuuya-san.

Cortó la llamada y dejó salir una risita. Una que no pudo detener apesar de saber que está siendo seguido de nuevo.

Suspiró. — ¿No te dejé claro que no quiero que me sigas? — preguntó deteniéndose.

— Solo quiero que me escuches. — detuvo su caminar al igual que el pelirrojo.

— Y yo te dije que no quiero escucharte.

— No me importa si me mandas al hospital, pero dame una oportunidad para explicarte, por favor. — volvió a caminar acercándose a Chuuya.

— No me dejarás en paz, ¿Cierto?

— Totalmente cierto.

— Bien, pero no te me acerques. — el castaño se detuvo al escucharlo. — Y vamos a otro lugar. — dijo al recordar que hay una amenaza suelta y comenzó a caminar siendo seguido por Dazai.

...

Dazai se sorprendió un poco al ver que han llegado al edificio en donde Chuuya dijo que ya no vive.

— Me dijiste que ya no vives aquí.

— Y así es, pero Anee-san me pidió que conservara el departamento.

Ingresaron al edificio, se dirigieron al ascensor, esperaron en silencio llegar al piso en el que se encuentra el departamento.

Al llegar Chuuya abrió la puerta permitiendo el ingreso del castaño.

— Está todo en perfecto orden para ser un departamento no habitado. — habló el castaño al ver el interior muy bien cuidado.

— No vivo aquí, pero sigue siendo mío. — respondió y fueron a la sala en donde hablarían.

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Gracias por leer.

Un Nuevo ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora