𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥: Honor a quien honor merece.

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     Esas palabras fueron las últimas que escucharon de Shinjū antes de perderlo entre los pasillos de la central. No ignoraron sus órdenes y salieron de la planta lo más rápido que sus cansadas piernas les permitieron. Katsuki decidió descansar junto a los arbustos y esperar a... lo que sea que Shinjū se refería, mientras tanto, Todoroki arrastró su trineo hacia la carretera con dirección a Ciudad Musutafu. Quería estar preparado para regresar a los brazos de su familia y amigos cuando Shinjū desactivara la bomba.

     Por otro lado, Shinjū atravesaba un desolado pasillo con algunas mangueras mostrándole el camino al corazón de la central térmica. Tal parece que sí había personas del gobierno resguardando la zona, pero la Liga de Villanos se encargó de masacrarlas y romper todo aquello que parecía letal. Gracias al gas tóxico que se filtraba por una grieta, no veía con claridad, solamente se auxiliaba de las luces rojas y parpadeantes del techo para no caer de rodillas. El panorama en la planta nuclear era espantoso y desalentador. La fisura en el suelo provocó que los niveles del refrigerante descendieran, incrementando las posibilidades de incinerar Japón en segundos. Finalmente, llegó a una puerta de metal desgastada y sintió un crujido en el pecho cuando su aparato Geiger se volvió loco. Entre más se acercaba, más ruidos emitía. Los niveles de radiación eran impresionantes.

     Shinjū abandonó la máquina en algún lugar del pasillo y abrió la puerta de golpe. Retrocedió unos centímetros al ver con sus propios ojos el problema: el refrigerante, también conocido como "Fluido transmisor de calor" entre la comunidad científica, se estaba filtrando a través de una grieta de diez milímetros de ancho y dos metros de largo dentro del reactor nuclear donde había un poco de plutonio y nada de uranio.

     Eso eran el desastre radioactivo que los villanos dejaron. No había bomba. Jamás existió. Fue una mentira piadosa que dijo para conseguir apoyo de los héroes. Lentamente, se giró para buscar alguna ventanilla que conectara el reactor nuclear con el piso inferior y sí, ahí estaba. Si su memoria no le fallaba, debajo de él se encontraba una habitación repleta de líquido refrigerante que desintegraría sus piernas en cuestión de minutos, dificultándole el desplazo y colapsando su sistema respiratorio. El problema al que Shinju se enfrenta no es "Desactivar la bomba" que la Liga de Villanos incrustó junto al plutonio y uranio, sino detener la fuga. De no hacerlo, se convertirían en Chernobyl.

     No le sorprende que Mr. Compress y Shigaraki huyeran despavoridos de la planta. Estar en los reactores con esa cantidad de plutonio 239, pólvora y líquido refrigerante era equivalente a firmar tu sentencia de muerte.

—Hey, pedazo de nerd. ¿Cómo van las cosas allá? —la voz de Katsuki a través del comunicador lo arrastra fuera de sus pensamientos.

—Nada que no pueda manejar. Quédate tranquilo.

     Corrió de regreso a la compuerta y la cerró con toda la fuerza que sus manos le permitieron, sellándola de golpe.

     Sacó las herramientas que tomó prestadas de los trabajadores de la planta y miró la grieta del techo, declarándola su peor enemiga. Litros y litros de refrigerante radioactivo se colaban a través de la fisura. Tomó el comunicador, las brocas de metal y el taladro eléctrico antes de dirigirse a los andenes. Debido a la exposición prolongada con materiales, sus extremidades comenzaron a doler más de lo que imaginaba y, sin importar que tuviera un traje especial para trabajadores de la planta nuclear, su piel enrojeció e inflamó de forma acelerada. Tal vez le mintió a Katsuki. Tal vez no planeaba salir del reactor ni evitar una muerte agonizante y solo quería ser el héroe de esta historia.

     Shinjū tosió un poco de sangre cuando colocó la tercera broca sobre la fisura, disminuyendo el flujo de refrigerante y creyendo ilusamente que podía desafiar al destino. De repente, se escuchó un estallido tan fuerte que sacudió las instalaciones y terminó por abrir todavía más la grieta del reactor. El joven de lentes cayó de los andenes sin siquiera meter las manos, simplemente aterrizó contra el concreto. Tardó medio minuto en reaccionar, pero tomó fuerzas de quién sabe dónde y evalúo el problema nuevamente: Lo que solían ser dos metros de fisura, se convirtieron en quince. Ya no era una línea zigzagueante adornando el techo con tres brocas de acero regulando el paso del líquido, sino un agujero que aceleraba el proceso de hundimiento en la central térmica.

𝐈𝐋𝐄𝐆𝐈́𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐇𝐄𝐑𝐄𝐃𝐄𝐑𝐎 ───── DEKUKATSUWhere stories live. Discover now