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Luffy iba por su cuarto cigarrillo ese día y las colillas iban amontonándose en su rincón especial; las clases habían comenzado hacía algo más de tres horas, pero lo que menos quería era ir a sentarse a ese horrible salón a escuchar esas aburridas...

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Luffy iba por su cuarto cigarrillo ese día y las colillas iban amontonándose en su rincón especial; las clases habían comenzado hacía algo más de tres horas, pero lo que menos quería era ir a sentarse a ese horrible salón a escuchar esas aburridas clases, mientras inevitablemente sus ojos volaban cual protón buscando a su electrón hacia Nami.

Caló profundo el cigarro una vez más y buscó dentro del estanque vacío su botella de vodka; la observó unos segundos, idolatrándola como el hermoso paraíso líquido que era antes de destaparla y beber un largo sorbo.

Su garganta recibió gustosa el ardor, porque ya nada podía quemarlo ni lastimarlo más que el castaño.

—Te he dicho que dejes de beber y fumar en el Instituto, idiota.

La profunda voz de la tonta que menos deseaba cerca en ese momento lo obligó a bajar la botella, sus ojos fulminaron a la pelinaranja, sintiendo la molestia AKA celos, burbujear nuevamente en su interior ante el recuerdo de aquel casi beso que logró interrumpir.

—¿No tienes que estar jodiendo en clases o algo así?

—Estamos en receso.

—Yay, entonces ve a fastidiar a alguien más. Seguro encuentras a alguien botando latas donde van los vidrios o alguna mierda...

—Suelta esa botella.

—¿Y si no quiero?

Nami respiró profundamente, sintiendo la irritación comenzar a ganarle ante la actitud del pelinegro. —Luffy, basta.

—¿Te divertiste con Gabo?

—Su nombre es SABO y sí, me divierto mucho con él, te lo dije, ¿No?

Luffy rio. — ¿Me lo dijiste antes o después de tenerte chillando? No recuerdo...

—Eres... Un cerdo... Iré por mi abuelo para que de una vez por todas vea lo que hace su pobre e incomprendido alumno transferido mientras él deposita su confianza en ti.

Luffy bufó y dejó la botella a un lado, camino hacia Nami y sostuvo su brazo para evitar que se marchara; ladeó su cabeza al ver que la pelinaranja se sonrojaba e intentaba zafarse sin éxito. Chasqueó su lengua con enojo, apretando su agarre.

—¿Qué debo hacer entonces? ¿Te busco y hablamos como mejores amigos porque hicimos... ¿Cosas?

—¿Cosas? Eres una mojigata puritana.

—Yo no soy como tú; no me gusta que rompas reglas y definitivamente no me gusta que estés encerrado en un baño fumando y bebiendo alcohol como un delincuente. ¿No te das cuenta? Me desagrada cómo eres y por favor, no finjas porque sé que yo también te desagrado, deja de actuar como si estuvieses ofendido.

Luffy carcajeó, dejando escapar un sexy sonido nasal que hizo que Nami perdiera toda la compostura y riera bajo, captando la atención de Luffy.

—Presidenta, lo que dije fue en serio.

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