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Era increíble lo lento que la hora pasaba cuando necesitaba con urgencia escapar de su nueva cárcel-escuela

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Era increíble lo lento que la hora pasaba cuando necesitaba con urgencia escapar de su nueva cárcel-escuela. Era su primer horrible día en aquel terrible sitio y ya deseaba cavar un agujero y esconderse con sus videojuegos.

Ah... Pero necesito electricidad para eso...

Suspiró resignado a seguir su reclusión, hasta que algo llamó su atención. El chico apoyó su cabeza sobre la palma de su mano y vio pasar a un de sus compañeras hasta quedar frente a él, acercándose a otra chica a hablar entre risas; arqueó una ceja al verla moverse sin cuidado, como si olvidase que era un Instituto mixto lleno de depredadores salvajes, el más peligroso de ellos recién llegado y en busca de diversión.

Su falda bailó con gracia y por reflejo, ladeó aún más su cabeza para observar como la tela se elevaba, dándole una vista privilegiada de lo que escondía; relamió sus labios por unos segundos hasta que el apocalipsis mata erecciones llegó a interrumpir su muy necesario minuto feliz.

—Oye, estudiante transferido—. Escuchó con algo de irritación a la pelinaranja tonta.

—Maldita sea—. Luffy vio a la chica pararse frente a él, obstaculizando su visual. 

— ¿Crees que se viene al Instituto a ser un cerdo acosador? —. el pelo naranja de la chica lo hizo parpadear y escucharla tan cerca fue interesante, por primera vez le prestaba atención a aquel detalle; incluso así, y aunque poco le importaba que la chica estuviese estorbando con su actitud de heroína defensora de ropa interior, le molestó más de lo que le hubiese gustado aquel tierno apodo.

¿Por qué es tan naranja?

— ¿Cerdo acosador?

Soltó una carcajada luego de salir del shock inicial que hizo que todo el salón se girara hacia ellos. Miró directamente a la pelinaranja, que la observó con el ceño fruncido y lamiendo su labio de forma compulsiva.

Tonta obsesiva...

—Mira, no sé qué te crees con tu uniforme bonito y tu obsesión con corregirme, pero... sal de mi campo visual, no me van las frígidas responsables como tú.

Nami apoyó sus brazos en la mesa y lo observó con una sonrisa de superioridad, ignorando sus ofensas. Porque daba igual que aquel chico estuviese usando los insultos más horrendos de la historia, nadie se metía con sus reglas.

—Sé por qué te expulsaron —soltó sin dejar de sonreír; aquella información le otorgaba un punto a favor, al menos eso pensó.

— ¿Sí? ¿Entonces sabes también que me importa lo que me importan tus reglas?

Los ojos de la pelinaranja se abrieron ampliamente. Era imposible que aquel molesto pelinegro le diera igual que supiera su... Su situación. 

— Como sea, el punto es que...

Baby Boy!Where stories live. Discover now