🔸️☀️capitulo LXIX☀️🔸️

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Le había dolido dejar a su hermano pero sabía que estaría en las mejores manos, que crecería grande y fuerte. Que, quizás algún día la perdonaría y entendería su decisión.

Había vivido todo eso pero se sentía pequeña junto a Nawaki. Era poderoso, casi divino. Ella había preguntado a muchos de sus compañeros sobre el. Todos consideran en algo. Si Nawaki no hubiese tenido sangre roja, fácilmente se le confundiría con un dios.

Pero ahora aquella imagen de el se estaba desvaneciendo poco a poco. Y más aún cuando lo veía tirado, sagrado. Su piel estaba verdes, líneas negras le recorrían el estómago descubierto y quemado.

El muchacho que estaba a sus pies no estaba muerto, alguna especie se radar se lo decía, incluso ahora eso le parecía disparatado; el tener poderes. Podía ver su alma fuera de él aún conectado fervientemente al plano mortal, podía verlo mover la boca hacia un lugar donde nadie se encontraba pero, estaba segura de que hablaba con la muerte

Y aun así su rostro no paraba de humedecerse una y otra vez por las cascadas de lágrimas que recorrían sus mejillas

-¡NAWAKI!-el grito que Percy había emitido estaba cargado de desesperación y tristeza. Podía sentir como la montaña se agitaba, como minúsculas motas de polvo se dispersaron m cerca de ella. El hijo de Poseidón había llegado a su lado dejando atrás a un Atlas quejándose por volver a su eterno castigo.

El chico tomó en brazos el cuerpo moribundo mientras intentaba despertarlo implorando a los dioses que cursen a su amado de lo que sea que le ocurriera.

-Hay que llevarlo con Artemisa, ella podrá hacer algo-le dije con un nudo en la garganta. El azabache llamó a la gata, quien aumento de tamaño para cargar en su lomo a su dueño

Mientras los tres iban a la mayor velocidad que podían pero sin querer hacer agravará su estado. A pocos metros las hija de Zeus les seguía el paso.

Bianca había pensado desde que salieron en la camioneta, por qué el muchacho no quería que ella viniera, por que había insistido tanto en protegerla y ahora podía ver con mayor facilidad lo que el planeaba

Ella era la que debía morir en el desierto. Y ahora su amigo estaba pagando el precio por haber desafiado al destino.

Cuando llegaron al lado de la diosa, otro cuerpo estaba allí. Su teniente, quien rápidamente se convirtió en su amiga, aquella que reconocía su valía y coraje sin importarle ser la más nueva dentro de su grupo, le dio la oportunidad de probarse a sí misma en este búsqueda. Ahora ella estaba tendida en el césped algo bastante alejada de la gran estructura de mármol negro. Al igual que muchos metros debajo de ellos, bellas flores irradiaba motas de luces al igual que pequeñas luciérnagas encendían y apagaba su luces; la ropa de la tenerte estaba hecha girones; la sangre de ninfa brotaba de su cabeza

-¡Artemisa, Por favor ayúdelo!-suplico Percy. La diosa se levantó para tomar entre brazos a su querido sobrino. Parecía a punto de quebrarse.

-Ponlo junto a Zoë-ordeno. Bajaron el cuerpo inmóvil al lado de su hermana en todo menos en sangre. Su gata lo olisqueo en la herida y salió corriendo desapareciendo sin dejar rastro. La mano de Artemisa brillo posándose en el hombro de su sobrino evitando que se desangrara aún más de lo que ya estaba haciendo pero no parecía mejorar más allá de cerrar la herida.

Una dulce ráfaga aire tibio, como de primavera, nada parecido lo que uno se esperaría en la altura de una montaña se hizo presente. Un batir de alas se escucho a nuestras espaldas. Gire para ver y una enorme sombra se cernía sobre todos los presentes

Allí, a nuestras espaladas, Un hombre se poso junto a nosotros, era bello, con un halo de luz etérea. Unas alas negras resplandecían en su espalda con constelaciones que parecían juguetear entre ellas. Podía ver la constelación de Leo persiguiendo a Pegaso y no muy lejos de allí una paloma revoloteaba mientras jugaba con un cuervo.

renacer en un mundo semidivino Where stories live. Discover now