6. Leyenda urbana II

133 39 13
                                    

No puedo tener tanta mala suerte.

¡Esto solo me pasa a mí!

Los minutos transcurren de forma tan pero tan lenta que, la agonía, se prolonga más de lo que imaginaba. ¿Cómo voy a seguir soportándolo?

Oliver me ha dejado con una intriga que se siente como si tuviera una flecha atravesándome el pecho. No puedo dejar de pensar en esto. No hay forma. Aquello que me sucedió a principio de año es bastante confuso y traumático como para olvidarlo de la noche a la mañana y, para colmo, ahora viene a suceder todo esto.

Él mencionó a una chica que habría desaparecido en enero y se supone que tengo que creerle. Su padre es policía, así que debe de ser certero. Y si no fuera algo confirmado, de igual modo es un hecho a tener en cuenta porque, una hipótesis sobre otra desaparición más, no es una situación a tomarla por la ligera. Pero ¿qué es lo que está pasando en este pueblo?

¡La desaparecida podría haber sido yo!

No sé si de verdad todo esto estará relacionado conmigo, pero, dada la intención de Oliver de querer aportarme este tipo de información, lo único que se me viene a la cabeza es que, en efecto, es así. Y eso me aterra. No quiero ser alguien más en una lista siniestra. Mi vida era dentro de todo tranquila y no la valoraba. ¿Fui perseguida por alguien en particular? ¿Por qué? ¿Esto continuará así?

¿Y de cierto el responsable es Blake?

De manera disimulada, mientras la clase avanza (nunca termina), echo un vistazo a todo el salón y confirmo que él no está. Claro, ya me lo había mencionado: estará en otra comisión. Blake tuvo que cambiar varios de sus horarios, así que me temo que seguiremos viéndonos nada más en Literatura y no sé si en alguna clase más. Sin embargo, aunque al principio esto me alivia, de repente siento que me gustaría verlo y hasta que lo extraño. No puedo ser tan idiota y contradictoria.

El tiempo sigue pasando y, como no dejo de mirar el reloj, parece que lo hace más lento. La clase de Química está resultándome un desastre, porque además no puedo prestar mucha atención por los nervios que tengo, y a esto se le suma la culpa. A este paso, voy a reprobar todo. No soy tonta, sé que soy inteligente y una buena alumna, pero, sumado al hecho de que soy muy perezosa porque aprendo todo muy rápido y me aburro con facilidad, tengo esto: un caos en mi cabeza, un chico con quien estoy obsesionándome y un misterio a resolver, tal vez para salvar mi vida de algo horrendo.

No hay forma de hablar con Oliver. El profesor es muy estricto y no da lugar a nada de cháchara. Ni siquiera hacer algo adrede para ir a detención con aquel sería una opción, porque podríamos estar en lugares separados y eso no haría más que prolongar mi agonía, ya que lo único que deseo es hablar.

Con un fortísimo dolor en mi sien, confirmo más tarde que por fin la clase está terminando. Mi ansiedad aumenta, como lo demuestra mi cuerpo al mover mis piernas sin parar.

—Disculpe, profesor. —Oigo de pronto la voz de Oliver y mi corazón se acelera demasiado del terror—. ¿Puedo ir al baño?

No sé si me habrá leído la mente, pero creo que es una buena estrategia para salir y hablar. Me propongo pedir lo mismo al señor Conrad, aunque antes de que termine de juntar coraje para hacerlo este se adelante y contesta:

—Por supuesto... que no. La clase termina en segundos, así que no vuelvan a interrumpirme. Y, como les decía, esta explicación sobre el apantallamiento nuclear tiene que ver con lo que comentaba acerca de la atracción del núcleo sobre los electrones, aunque no es algo en lo que profundizaremos...

Y el viejo Conrad sigue hablando, pero en lo único que pienso cuando menciona la palabra "atracción" es en Blake...

Por suerte, el sonido que más amo (cuando se trata de salir) nos indica que la clase ha finalizado, así que me levanto lo más veloz que puedo y busco con la mirada a Oliver, quien se niega siquiera a verme.

Plenilunio: Luna del Lobo (Concluida)✔️ [+13]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora