Capítulo 26 ༒

En başından başla
                                    

—Prueba esto —le dijo a Darcy, quien solo hizo lo que le pidió.

Intento con todo lo que tengo no demostrar nada, pero mi estómago chispea de celos.

Yo no tendría por qué humillarme viendo esto.

Volteé a ver a Circe.

—¿Quieres quedarte en mi casa? —le pregunté, esperando que atendiera mi punto.

Me miró.

—Mejor en la mía —repuso. Me costó mucho trabajo, pero pude expresar una eficiente sonrisa.

—Tú ven a la mía —Isabel se colgó de Darcy—, te mostraré algo que compré.

Al besarla, sentí que mi corazón iba a explotar, así que me puse de pie y fui al sanitario.

Los baños estaban ocupados y en realidad no tenía ganas de entrar, así que subí por las escaleras a un lado, a sentarme en la parte superior.

Junté las rodillas, puse las manos en mi cara y gruñí.

Me voy a volver loca con todo esto.

Iba a regresar en cuanto me sintiera bien, solo que no lo conseguía. Llevo ya cinco minutos aquí sentada.

No me moví a pesar de sentir que alguien se sentó a mi lado.

—Creo que no tengo que decirte que es la peor cita de toda mi vida —escuché decir a Circe.

Me descubrí la cara.

—Perdón. No me siento bien.

Recargó los codos en sus rodillas, mirando al frente.

—Por lo que entiendo, a ti te gusta la pelinegra.

Sentí que me decepcioné de mí misma.

—¿Es tan obvio?

—Sí —respondió—. ¿Cómo terminaste ahí? —me miró.

Me encogí de hombros.

—No sé muy bien cuándo empezó a gustarme, pero ella e Isabel llevan mucho tiempo siendo pareja y..., tratando de no meterme, acabé parada en medio.

—¿No piensa dejarla por ti?

—No, y no quiero que lo haga. Isabel tiene problemas que no quiero que empeoren por mi culpa —expliqué.

—Así que pones a Isabel por encima de... la otra —no le dio importancia—, y de ti.

—Si lo pones así, suena estúpido....

—Es estúpido —afirmó enseguida.

—No me estás ayudando.

—No hay cómo ayudarte —devolvió la vista al frente.

—¡Bueno! —la miré—. Intento no ser una mala persona, perdón si...

De un segundo para otro, tuve sus labios encima de los míos.

Sujetó mi cuello y ladeó la cabeza, cubriéndome completamente con su cabello. Es que yo no hice nada, solo me quedé quieta.

Se alejó.

—¡Ya nos vamos! —anunció Isabel, sujetando el brazo de Darcy. Ambas estaban al pie de las escaleras.

La mirada de Darcy era... No pude sostenerla.

—¿Ya se fueron? —le pregunté a Circe, mirando al piso.

—Sí —contestó.

Me puse de pie.

—Vámonos —ordené, bajando las escaleras.

En la barra me dijeron que ya habían pagado la cuenta, así que salimos del lugar.

Afuera, caminamos lejos del bullicio y me volví a Circe.

—Pon el precio que quieras, solo ten en cuenta cuál es el sueldo que tú misma me das. No sé si esto salió bien o mucho peor de lo que esperaba, pero te lo agradezco... —se me empezó a romper la voz—. Ve directo a tu casa —dije y me fui.

En el camino me limpié las señales de lágrimas que no terminaban de caer por culpa del aire que me golpeaba al caminar de prisa.

Tenía toda clase de emociones atoradas en la cabeza.

Yo no quería que esto resultara así, solo que tampoco había muchas opciones.

A cada segundo, detestaba más todo esto y me detestaba a mí.

Para cuando llegué al edificio, ya no sentía que iba a llorar, solo que seguía sintiéndome horrible. Estaba algo satisfecha de hacerle sentir a Darcy lo mismo que ella me hace sentir a mí, pero la manera en que me miró lo destruía todo.

¿Qué ella no se da cuenta de lo que siento cada vez que la veo con Isabel?

Y, tal como esperaba, estaba en el pasillo, recargada en el muro de mi departamento. Es inexplicable el alivio que sentí al saber que no había ido con Isabel.

Me acerqué a ella.

—... ¿Estás enojada? —pregunté inútilmente, es evidente que lo está.

Negó.

—No —respondió en voz baja.

—Yo no le pedí que me besara, fue...

—No quiero saber —me interrumpió—. Fue mi culpa hacerte pasar por todo eso.

Ladeé la cabeza.

—Sí, la verdad sí —le di toda la razón.

—¿Quieres entrar? —indicó con un gesto a su departamento. Volteé hacia el mío, luego me volví a ella.

—Mi madre tiene que encontrarme cuando despierte.

—Me basta con cinco minutos —dijo sin mover los labios ni un poco.

Asentí.

Tomó mi mano, cruzamos el pasillo, abrió y entramos. Cerró la puerta.

Tiró de mi brazo, recibió mi cuello con la mano libre y me besó sin esperar ni un segundo.

Cerré los ojos, siguiéndola al mismo ritmo.

Soltó mi mano para sujetar mi cintura y acercarme a ella. Sentí que me enterraba las uñas en la piel, a través del vestido, mientras que las mías estaban en sus brazos, donde concentré toda mi inquietud.

Se apartó.

—Abre la boca —dijo en voz baja.

Lo hice y volvió a besarme, solo que su lengua entró en mi boca y finalmente conoció la mía.

Entre sentirla cerca de mí, sus manos apretándome, mi corazón agitado, el beso más intenso que me habían dado y mis piernas temblando, mi mente estaba en blanco.

Ella lo hizo todo, pero el permiso se lo di yo.

Blackjack | TERMINADA | ©Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin