Escondiendo al hijo del fatui // Chilumi // Adelay-

Las mitades perdidas

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"Querida familia"

En el tiempo que llevo fuera de casa eh aprendido muchas cosas, podría decir que ya lo eh visto todo, sin embargo no es así, desde que llegó una mujer a mi cargo no eh dejado de asombrarme con su talento, sus sentimientos y su destreza. Esto es parecido a una rara sensación, una mezcla de admiración y el deseo de desafiarla que nace dentro de mi, ojalá estuviesen aquí, me gustaría que mis hermanos conocieran a esta chica y les enseñara a ser buenos y defenderse por si solos, deseo pronto volver a casa por unas vacaciones en familia y presentarla, esperen más cartas de mi parte, les escribiré muy pronto, los quiero.
-con cariño, Ajax.

-¿Qué es lo que me pasa últimamente?

Una última carta era enviada por el correo, una rutina mañanera del fatui quien solía dedicar largas o breves cartas dependiendo de sus aventuras, a su amada familia, sobre todo, conociendo que sus hermanos quedaban asombrados con cada nueva situación en la que el mayor se veía enredado y debía salir por la fuerza bruta.

Sin embargo, últimamente sus dedicatorias estaban selladas con el nombre de "Lumine" si bien contaba la rutina del día a día a su familia, él mismo podía notar que mencionaba a su compañera en más de una ocasión y podían percatarse de la clara euforia al mencionar cada acción de la chica.

-Es normal, la ascendieron como mi asistente al completar aquel encargo.

Devuelta a la posada, el heraldo hizo una pausa en medio del río para pensar sobre la noche anterior, la mujer de cabellos dorados solía tener pesadillas nocturnas pero por lo general se dormía a lo largo de los minutos transcurridos.

-¿Qué clase de idiota mira a su asistente dormir?

Siguió caminando hasta que paró en seco para mirar hacia el cielo y soltar un leve suspiro, sin percatarse de inmediato que en la terraza se encontraba la joven lumine, cepillando tranquilamente su pequeño cabello dorado que brillaba con la hermosa luz solar, como si de una diosa bajando del cielo se tratase, se quedó mirando hasta que ella entró nuevamente.

-¿Porqué? Nisiquiera soy romántico o tenía planes de enamorarme y ella es tan... ¡jodidamente perfecta! ¡Carajo!

Sin duda, desde aquella vez que se vieron por primera vez, algo llamó la atención del muchacho. Sin saber, había encontrado la destrucción de su maldad, de sus planes y había logrado volcar su corazón, una emoción reprimida que existía dentro de su ser.

-Tartaglia, el onceavo heraldo, está jodido, podrido, enamorado, ¿puedes creerlo? Esto no debía pasar.

Una voz a su lado sonó con una sonrisa y demostró su presencia en una ráfaga de aire.

-Oh, créeme, esa mierda no es parte del plan.

-Tu...

Mechones turquesas y negros se balanceaba en el rostro del contrario, un joven yaksha se encontraba sentado en la barda del río.

-Si, yo.