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Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

Advertencias: Omegaverse, Mpreg, lactancia masculina, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades...

Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊

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Noches de lluvia, días de sol

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Pasaron algunos días antes de que Naruto volviera a ver a Gaara, tiempo que se sintió algo extraño, puesto que tanto él como Nozomi ya se habían acostumbrado a la presencia del alfa cerca.

Naruto se maldijo a sí mismo por ello. No es que se arrepintiera de haberse acercado a Gaara, pero tal vez se había apoyado demasiado en él y había vuelto a su hija algo dependiente de su compañía. Era su culpa. Tener un amigo siempre cerca lo hizo sentir cómodo y algo más tranquilo. Tenía a alguien que lo distrajera frecuentemente de los pensamientos traicioneros que usualmente lo abrumaban cuando estaba solo.

Ahora, luego de varios días sin ver al alfa, se sentía agotado por lo inquieta que se encontraba su hija, algo que era poco común en ella.

¿Acaso estaba haciendo algo mal? ¿Tuvo que haber guardado más distancia con Gaara para no terminar en esta situación?

No había sido a propósito. Nunca se le ocurrió que las cosas pudieran acabar de esta manera, y no podía hacer otra cosa que sentirse culpable. Culpable por Gaara, por haberle permitido desarrollar esos sentimientos. O por no haber visto las señales, si es que las hubo. Al corazón no se mandaba, pero algo tenía que haber hecho para que Gaara se interesara en él de un modo que no le convenía, así que no podía evitar el remordimiento.

También sentía culpa por haber involucrado a su hija en el asunto. Gaara se había convertido en una constante en la vida de la pequeña y, ahora que no estaba, esta extrañaba su presencia. No tuvo que haberla acostumbrado a pasar tanto tiempo con él, probablemente, pero nunca pensó en ello como algo malo. Todavía no le parecía algo malo, pero ahora le preocupaba que su relación fuera a tener consecuencias no deseadas.

Gaara había expresado muy claramente que veía a Naruto y a Nozomi como la familia que nunca pensó que querría, y aunque de cierto modo era muy dulce que pensara de ese modo, Naruto no quería que su hija se aferrara al alfa como si fuera su padre. Nozomi ya tenía un padre, uno que forzosamente había sido apartado de ella y que, Naruto rogaba, regresaría pronto. No quería que nadie más ocupara el lugar que le pertenecía a Sasuke, pero tampoco podía apartar así como así a su hija de alguien que también la quería.

Pasó un buen rato pensando en lo que debía hacer, sin encontrar respuesta a todas sus incógnitas, cuando un día, después del almuerzo, hubo unos toques en su puerta.

—¡Voy! —gritó desde la cocina, donde todavía se encontraba lavando los platos y Nozomi jugaba tranquila en el piso de la sala, dónde Naruto podía verla.

Se secó las manos con una toalla y caminó hacia la entrada para poder abrir la puerta. Para su sorpresa, o, bueno, no tanto realmente, su vecino se encontraba ahí, con un semblante impasible que le hizo recordar a alguien que conocía.

—Gaara... Huh... Buenas tardes. Um... ¿Cómo estás? ¿Necesitas algo?

—Quisiera hablar contigo —contestó el pelirrojo inmediatamente, aunque luego pareció percatarse de que había sonado un poco tosco y trató de corregirse diciendo: —Solo si estás bien con eso, claro...

Naruto lo miró durante unos segundos que parecieron eternos antes de asentir y hacerse a un lado para dejarlo pasar. En cuanto entró a la sala Nozomi lo vio y, todavía con algo de torpeza, se puso de pie y caminó hacia él tan rápido como pudo con una sonrisa.

—¡Gaaaa!

—Ella... Huh... Te ha echado de menos —le dijo Naruto cuando vio que Gaara se sorprendía por la reacción de la niña, quien tenía los bracitos estirados hacia él para que la cogiera en brazos.

Gaara observó a Naruto, como pidiendo permiso con la mirada. Sabía que la situación entre ellos estaba tensa y no quería sobrepasar sus límites. Sin embargo, el rubio solo le dirigió una pequeña sonrisa, y eso fue suficiente para que Gaara se agachara para tomar a la niña.

Ambos se sentaron en el sofá, Gaara sosteniendo a Nozomi en su regazo mientras ella agitaba su sonajero alegremente.

—Quería disculparme —comenzó Gaara.

—¿Disculparte?

—Sí. No debí forzar mis emociones sobre ti. Estuvo mal de mi parte. No era ni el lugar ni el momento y, por eso, me disculpo.

Naruto se mordió el labio inferior pensativamente durante unos segundos antes de suspirar.

—También lo siento. Mi reacción fue un poco... brusca. Pude haberlo manejado mejor.

—No, fue mi culpa de todas formas.

Naruto no hizo ningún comentario directo al respecto, sin embargo, decidió dejar las cosas cien por ciento claras entre ellos antes de que pasara más tiempo.

—A pesar de todo, entiendes que no puedo corresponderte, ¿cierto? No me gustaría que nuestra amistad se arruinara por esto.

Gaara se quedó en silencio un momento y, sin pensar, su mirada se desvió a su regazo, donde Nozomi los miraba a ambos con ojos avispados, intercambiando su atención entre ellos cada cierto tiempo y con el sonajero ahora en la boca.

Por un segundo, quiso fingir que este era su lugar y que esta familia le pertenecía. Naruto le sonreiría de esa manera en que solo él sabía, lo miraría como si fuera su persona más preciada, y se acurrucaría en su hombro mientras compartían tiempo con su hija, haciéndose compañía mutuamente.

—¿Gaara? —la voz de Naruto lo trajo repentinamente de vuelta a la realidad, y solo entonces recordó la pregunta que le había hecho.

Por un lado, sabía que debía respetar los límites que Naruto estaba estableciendo entre ellos. No quería que esta fuera la razón por la que el rubio decidiera romper con todo lazo que los unía, aunque estos fueran lazos de amistad. La vida sin Naruto parecía sombría y opaca, a pesar de solo llevar un año de conocerse. No podía perderlo, no podía.

Y, no obstante, su corazón seguía añorando algo que no le correspondía. Inconscientemente, aferró su agarre en Nozomi, como si temiera que fuera a desaparecer en el aire. Por un segundo, deseó con todas sus fuerzas poder conservar esto, a pesar de las implicaciones que dicho deseo tenía.

El rostro de Sasuke Uchiha, el cuál solo conocía en fotografía, se le vino a la mente. Un hombre que, como muchos, había sido apartado de su familia para luchar una guerra que no le correspondía. Cada hombre que iba al campo de batalla era una víctima, sin importar el bando... Y aun así, sabiendo todo eso mejor que nadie, conociendo los terrores de la guerra y la añoranza de cada persona de volver a casa con sus seres queridos, Gaara comenzó a pensar... y desear que él no regresara. Tal vez así, y solo tal vez, si eso significaba que pudiera tener una oportunidad, entonces...

Oh, Dios... Estaba volviéndose una persona horrible.

—... Lo entiendo.

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N/A: Última actualización del año :D (probablemente jajajaja)

Les deseo a todos una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo.

Noches de lluvia, días de solWhere stories live. Discover now