Capítulo 13

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Capítulo treceavo

Aiden

Admiré la sonrisa de felicidad de mi lunática, como sonreía mientras firmaba sus libros, observé la cola, cientos de personas esperando para que Anais les firmara sus libros.

—¿A nombre de quien? —preguntó ella a una de las personas. Solo me fijé en su voz, no en la de la otra persona al contestar, solo estaba centrado en la voz de Ana de ilusión y tranquilidad.

Mi lunática me pidió que la acompañara a la firma de libros, así que aquí estoy, sentado detrás de ella, mirándola como un obsesionado.

Me sentía muy orgulloso de ella, después de tanto trabajo, lo había logrado, se había convertido en una escritora conocida, no solo en la isla, también en toda España.

Varios booktokers de todas partes del país estaban haciendo reseñas positivas de su libro, vídeos que lo promocionaban; frases que más les gustaron, mejores escenas...

Ana lo había conseguido, había logrado su sueño. Y se la veía más feliz que nunca. Más viva.

Y yo me sentía demasiado feliz por verla así.

Cuando quieres a alguien y ves a esa persona alegre, logrando sus objetivos y siendo ella misma, sin fingir, sin pretender, simplemente sientes un calor en tu corazón. Como si algo se reconfortara al saber que la persona a la que deseas con toda tu alma esta brillando. Brillando como una estrella.

—¡Aiden! —salí de mis pensamientos cuando escuché la dulce voz de mi chica—. ¡Esto está siendo un éxito!

—Lo sé lunática, mira todas las personas que están esperando para que les firmes el libro.

—¡Lo sé! ¡Es increíble! —Ana siguió firmando y yo me quedé detrás de ella leyendo su libro por tercera vez desde que salió.

Siempre había pensado que el romance de los libros no era para mí, pero luego me di cuenta de lo débil que era cuando estaba con Anais, de lo tierno y romántico que me estaba comportando sin darme cuenta. Y me encantaba ser así con ella.

Los pequeños detalles son los que enamoran, los pequeños planes son los que entusiasman. Y a mí me encantaba darle pequeños detalles a Ana y hacer pequeños planes con ella.

—Esta noche —me acerqué a su oído y le susurré—, tú, yo y un maratón de películas románticas.

Ella me miró con una sonrisa ilusionada y yo simplemente la admiré ser feliz.

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—¡Señoras y señores! —comencé a decir mientras Anais se tumbaba en mi sofá con una manta caliente y unas palomitas recién hechas—. ¡La primera película de esta noche es...! —hice una pausa dramática.

—¡Vamos dilo ya!

—¡Titanic!

—¡Oh vamos! Tú quieres matarme de tristeza.

—No quiero matarte y si te quisiera matar sería de amor —reí un poco y me tumbé a su lado poniendo mi brazo alrededor de su hombro.

Le di al play y comenzamos a ver la película.

Cuando ya llegaba el final y ya estábamos en la escena en la que el chico y la chica estaban en el agua helada, miré a mi lado y vi a mi chica llorando a moco tendido.

—¿Cómo no puedes llorar con esto? —me preguntó limpiándose las lágrimas.

—Nunca he sido sentimental o muy fanático de las cosas románticas —le admití.

Con amor; Ana | DISPONIBLE EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora