Capítulo 10

157 15 12
                                    

Capítulo décimo

Ana

Una vez llegué a pensar que si el amor se pudiera ver de algún color, se vería en blanco y negro, pero me he dado cuenta de que en realidad se ve dorado, jodidamente dorado.

Me ha dedicado una canción de Morat en medio de un concierto.

Y me he sentido más querida que nunca.

Sigo cantando, bailando y gritando con la música y con admirar a mi grupo favorito, miro de vez en cuando a Aiden y lo veo mirándome todo el rato con una sonrisa de orgullo. Como si verme disfrutar de algo le hiciera feliz.

Cuando terminó el concierto, nos fuimos de ahí y yo me fui más feliz que nunca, con una sonrisa enorme en el rostro y el corazón latiéndome a mil por hora.

Me sentía más alegre que nunca, más importante que nunca en toda mi vida. Y todo gracias a él. Todo gracias a Aiden.

Nos despedimos en la puerta de mi casa con un abrazo, aunque parecía que él quería despedirse de otra forma, y yo sinceramente también estaba deseándolo.

Me puse a escribir para el libro que teníamos que entregar, ya solo quedaba una semana para tener que entregarlo, y aún faltaban un par de páginas.

Así que respirando con profundidad, escribí mi pasado.

Cartas al pasado; Carta 2

Sujeto 2: Jordan

Siempre me decías que éramos un equipo, que estábamos en esto juntos, y que mi pasado no te importaba, porque lo que realmente te importaba era yo, solo yo.

Dime que hice mal, ¿Qué te hice para que te fueras de esa manera tan cruel? 

Todo acabó cuando dijiste el último "te quiero, boba" y cuando yo dije el último "y yo, bobo"

Y nunca te volví a ver, habíamos pasado un día genial, o al menos para mí, fuimos a los recreativos, ganaste un peluche para mí, aquel de las tortugas ninja, ¿te acuerdas? Lo llamé Eustakio, porque siempre me gustaba ponerles nombres extraños y divertidos a las cosas.

Y nunca olvidaré la sonrisa con la que llegué a mi casa aquel día, tan ilusionada y tan feliz por haberte conocido después de todo lo que me había pasado, después de tanto desamor, pensé que por una vez el universo me había recompensado, que me había ganado un regalo divino y que ese regalo eras tú, pero me equivoqué, por completo.

Y mala mía por llegar a quererte en tan poco tiempo. Y mala tuya por no saber valorar el cariño que te ofrecía con todo mi corazón descosido.

Y sufrí tanto pero tanto después de que te marcharas, tanto que intenté hablar contigo de todas las maneras posibles que existían, y le hablaba de ti a mis amigas una y otra vez, y perdí personas que quería por estar obsesionada contigo. Y me perdí a mi misma por creerme insuficiente para ti.

Y te extrañé, te extrañé tanto que no podía siquiera pensar o razonar sobre las razones por las que te podías haber marchado, todo en mi cabeza era culpa mía.

Y quedé en paz cuando te escribí aquel mensaje pidiéndote explicaciones de tu partida.

Pero mi corazón se marchitó cuando leí la respuesta.

Estabas enamorado de otra, mientras hablabas conmigo tú corazón pertenecía a otra persona, tu alma a otra alma, tu cuerpo a otro que no era el mío. Eras de otra, nunca fuiste mío. Nunca me perteneciste, aunque yo a ti si.

Con amor; Ana | DISPONIBLE EN FÍSICO Where stories live. Discover now