Capítulo 8

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Capítulo octavo

Ana

Ya lo he soltado todo y ahora, por fin soy libre.

La chica que me ha atendido es bastante agradable y comprensiva en cuanto a entender por qué he tardado tanto en atreverme a denunciar.

Aiden estuvo esperándome afuera todo el tiempo, durante las tres horas que estuve en comisaría esperando para dar mi declaración.

Lo estuve observando a través del pasillo, y no salió siquiera a fumar, se quedó todo el tiempo ahí sentado, mirando hacia el suelo o mirándome a mí. Solo a mí. Aunque hubieran pasado un montón de mujeres atractivas, él no las estaba mirando, solo tenía los ojos fijos en una persona; en mí.

De pequeña siempre solía pensar; "que moriría mil veces por poder recibir amor sin pedirlo" y ahora que lo tengo, no sé qué debo hacer.

Él me trata como si yo fuera lo más importante en su vida, pero es una pena no poder corresponderle de la misma manera, porque yo no soy capaz de hacerlo.

Y yo no sé qué hacer porque él me está dando miles de jardines, y yo solo le doy pétalos.

Soy así porque en una época de mi vida fui yo la que di cientos y cientos de jardines, pero yo solo recibía pétalos, pero no pétalos normales, pétalos marchitados.

No había flores buenas en ese jardín que me prometían, todo eran flores marchitadas. Ni un solo pétalo que todavía conservara su pureza.

¿Quién te hizo tanto daño, Anais?

Y es que ya os dije que uno de mis errores era sentir y querer de más, pero el peor de todos mis errores es aguantar. Aguantar de más y lo que no debería de soportar, lo que ninguna persona en este planeta debería de aguantar.

Y con aquel chico aguanté de más.

Y es que lo peor es que él no era una mala persona con los demás, pero conmigo le nacía serlo. Conmigo era la peor persona que se podía imaginar alguien.

Y yo luché por esa relación, yo luché por lo que creía que era amor, caminé a ciegas sobre el precipicio y me caí una y mil veces, pero otras mil millones de veces me aferré al borde con todas mis fuerzas para no caerme, para no dejar atrás esa situación. Para no dejarle atrás a él.

Las personas somos como los pétalos de papel, estéticamente perfectos por fuera, pero que por dentro nos rompemos fácilmente.

Y yo me rompí por él, y no me importó, y me hundí por él, y él no se molestó en intentar darme la mano para sacarme de la oscuridad de las profundidades en las que estaba metida.

Y sin embargo, estaba segura de que si yo me hundía con Aiden cerca, él no me daría la mano, él se lanzaría directamente al agua para salvarme, y si yo me ahogaba, él lo hacía conmigo.

Y el daño que me hicieron no fue solo físico, fue también mental.

Y el daño mental también importa y duele incluso más que un golpe. No hay que esperar a que llegue a lo físico para pararlo.

—¿Por qué los dejaste entrar a tu casa? —salí de mis pensamientos cuando la oficial de policía me hizo aquella pregunta.

—Yo, solo quería drogarme para olvidar todo lo malo de mi vida, y ellos tenían lo que yo necesitaba. Pero eso no significa que yo quisiera... que ellos me hicieran eso. Nunca quise que llegaran a eso.

—Te entiendo, pero cuando llegue el juicio te van a interrogar y te van a hacer enfrentarte a ellos cara a cara, y su abogado te hará muchas preguntas con tal de confundirte, herirte y sobretodo hacerte quedar como la culpable y no como la víctima.

Con amor; Ana | DISPONIBLE EN FÍSICO Where stories live. Discover now