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Oscuridad, madrugada, concentración, tiempo sin conciencia, inspiración, logros.

El joven estaba en su punto máximo, tecleando su vieja laptop con rapidez, sabiéndose cada movimiento que necesitaba en un momento adecuado, con la mente en una sola imagen. La sonrisa de su bello hermano.

Insomnio, ojeras, música, desgaste, amor y deseo.

No cerró los ojos en un solo momento, consideró irse a hacer un chequeo de ojos, empezaba a sospechar que empezaba a tener indicios de ceguera.

Los pulmones ansiosos comenzaron a radiar muchísimo oxígeno que su cuerpo correspondía con la sangre bombeando con fuerza y sus entrañas temblaban.

Excitación.

Suspiraba rápidamente y pesado, acercándose más a su meta.

Teclaba, teclaba y teclaba.

Las manijas del reloj de su estudio resonaban ante en bullicio de la ardua noche a nada de acabar, marcando las cinco de la mañana con cuarenta y seis segundos.

Su cuerpo incrementó sensaciones satisfactorias y sus orbes en las cuencas de su rostro amenazaron con caer a diestra y siniestra manchando su rostro con una esperanza pura e intensa.

Sonrió tristemente al saber que faltaba poco.

Sus sentidos se alocaron, su respiración fallo y cerró fuertemente sus tristes ojos dando paso a una última tecla con un tacto tan profundo y suave que meció su alma en una desbordante calma y paz.

Había terminado.

[...]

— ¡¿En serio?! — Georg se levantó de su lugar desparramando su bebida en todo su pantalón por la inmensa sorpresa, quejándose en voz baja teniendo como resultado una sonora risa de Tom, una que ya nunca se volvió a escuchar. Hasta hoy.

Gustav se acercó al menor para darle un cálido abrazo, que el castaño acepto sonriente. — ¿Viste? — Comenta su amigo desde su hombro, sin soltar el agarre. — me enorgulleces tanto, felicidades. — Celebró abrazando al chico más fuerte sintiendo sus lágrimas caer de sus rostros.

— Gracias, Gus... — Sollozó Tom en sus brazos, cerrando sus pequeños y cansados ojos. Georg después de su desastre en su nueva ropa se acercó a sus amigos para unirse también al precioso abrazo.

Sus amigos habían cuidado de el, apoyándole a pesar de que no tenían ni una milésima idea de que hacer. Agradecido y conmovido no tenía palabras para describir lo que ahora mismo sentía.

Se sentía completo.

Abrazo más fuerte a Gustav, con demasiada felicidad riéndose con lágrimas en los ojos.

El abrazó acabo y encontró que aquellos hombres también se encontraban llorando. Rieron.

Georg sorbió su nariz, quitándose las lágrimas en la cara y con voz rota pregunta. — ¿Ya hablaste con Bill? — Sonríe señalando la portátil cerrada en la mesa del estudio de Kaulitz.

— No, no he tenido el valor de activarlo... — Responde Tom, nervioso jugando con sus dedos.

— ¿Por qué no? — Gustav se une, cruzando sus brazos sintiendo sus ojos hinchados y su rostro rojo.

— No lo sé. — Ríe entre ansioso y nervioso. Suspira y se dirige a su amada laptop, la misma que Bill le regaló hace tiempo con sus propios ahorros. La acaricia con cuidado, sintiendo una vez más las lágrimas caer en su rostro.

— ¿Y qué esperas? — Habla Georg, acercándose a Tom, sujetando su hombro con afecto y consuelo. — Llevas tanto tiempo desarrollándolo, inténtalo... — Susurra.

— ¿Qué tal si no funciona? — Sintió el miedo inundar su estómago, podría presentir un próximo infarto si es que todo su arduo trabajo, sus esperanzas y su fé fuera en vano al no tener de regreso a su gemelo.

— Va a funcionar, eres fantástico Tom. — Contesta Gustav, posándose al lado derecho del mencionado, sus amigos parecían ser su escudo protector. Cada uno de ellos a un lado suyo proporcionando seguridad en su pobre alma.

— B-bien.. — tartamudeó, dejando de acariciar el dispositivo que tanto apego tenía.

Suspiro, apretó sus manos sudorosas y agarro todo el coraje, su dolor y su miseria como impulso. Respiro fuertemente y con rapidez abrió la tapa de su aparato, dejando a los ojos la portada de su programa.

La imagen de la carita bella y adorable de Bill.

Exhaló con fuerza y sintiendo su estómago retorcerse. Trago en seco, tratando de tranquilizarse.

El lugar se tornó silencioso, los tres presentes ansiosos por saber si funcionaba. Tom podía sentir su corazón sobresalir de su pecho, como si su órgano le dijera que si esto no funcionaba los iba a matar al instante.

Tomó todo lo que tenía, su valor consigo y dejó todo atrás. Quería empezar, ser un nuevo hombre y ser feliz con Bill.

Cerró los ojos, con la idea de que así no sentiría más dolor al corazón si llegase a fallar, listo para intentarlo.

— ¿Bill? — Tartamudeó, pero se encontraba seguro. Lo lograría.

— ¿Tommy..? — El mencionado exhaló tan fuerte todo el aire que se encontraba en sus pulmones sin poder creerlo, se tapó la boca más que sorprendido y sintió todo su cuerpo desplomarse al suelo con lágrimas y falta de aire. Sus acompañantes quedaron igual, el aire no era existente.

La voz de Bill.

¡Era la maldita voz de Bill!

Tom comenzó a sollozar con dolor en su pecho, sintiéndose más que bendecido. Tapando su rostro por los tantos ríos que caían en sus mejillas.

Sus amigos corrieron entre lágrimas también y lo abrazaron.

— ¡Funcionó, Tom! — Grito histérico Georg, detrás del muchacho escondiendo su rostro en el cabello despeinado de su querido y preciado Tom.

— Lo lograste, ¡realmente lo lograste! — Dijo Gustav, impresionado tomando el rostro del moreno entre sus manos.

Mientras que Kaulitz parecía un pequeño bebé, sin poder reaccionar de otra manera que no fuese el llanto. Su corazón, mente y ser desbordaba felicidad pura, no, ¡no sabía que sentía! pero se sentía tan dichoso que era como sentirte en las nubes.

Bill estaba de vuelta.

[...]

 ⟡   Computación  .ᐟ twcWhere stories live. Discover now