Capitulo 2: Charla y decepción

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Margot cerró la puerta de golpe y dejó caer su mochila en la entrada, soltando un suspiro sonoro. Se apresuró hacia la cocina, abrió la alacena y cogió un frasco azul, sacando dos pastillas. Después de tomarlas con un sorbo de agua, suspiró y se llevó la mano a la cabeza. Aunque se sentía cansada y sabía que lo mejor era ir a dormir, decidió dirigirse al sofá. Se sentó y encendió la televisión sin prestar atención al canal. Con el paso de la hora, se quedó dormida en el sofá. Al sentir la luz molestando sus ojos, los abrió lentamente y se sentó de golpe al darse cuenta de que ya era de día y no estaba en el sofá, sino en su cama, cubierta con una sábana. Se levantó, se lavó el rostro y se cambió de ropa. Bajó las escaleras y encontró a su padre por subirlas cuando ella ya estaba abajo.

— ¿Dormiste bien? —preguntó.

Durante toda la semana, esa noche durmió perfectamente.

— Sí. No tenía planeado dormir toda la tarde, no pensé que fuera posible.

Su padre se acercó y le acarició la cara, notando las ojeras que se marcaban en el rostro de Margot.

— Bueno, me alegra que hayas dormido. Ya me tenías preocupado. Te ves mal, cariño. —La expresión de su padre cambió drásticamente a una de preocupación.

— Estoy bien. Sólo necesitaba dormir.

— Estaba pensando que... fueras a examinarte al hospital.

Margot negó rápidamente. No necesitaba que nadie la revisara. Es cierto que a veces le dolía la cabeza, pero no era un problema que no se pudiera solucionar tomando un par de pastillas.

— No, estoy bien, ya te lo dije. Solo necesito dormir —replicó.

— Respetaré tu decisión, pero me sentiré más tranquilo si tomas en cuenta lo que te dije.

Margot no quería preocupar a su padre; creía que era innecesario. Estaba dispuesta a poner de su parte para cambiar su situación, pero por ahora no se sentía fuerte, se sentía vulnerable.

— Está bien, lo pensaré —cedió para mantener tranquilo a su padre.

— Bien. Te amo y cuídate. Supe lo que le pasó a la hija del jefe Swan —dijo, luego le besó la cabeza—. Mandé a cambiar las llantas ayer, es más seguro así.

— Gracias, papá. Y Bella por suerte está bien.

— Fue un milagro. Pero hablaremos después. Cuídate.

Ella asiente y le sonríe. Luego, su padre se dirige a la puerta y sale por ella; ella escucha el auto de su padre salir de la casa. Se relaja y toma su mochila, que estaba en el suelo junto al sofá. Mientras se dirigía hacia la puerta, recuerda la excursión de hoy. Abre su mochila en busca de la firma de su padre y, al encontrarla, la vuelve a cerrar. Luego, sale por la puerta y se dirige directamente a la cochera. Antes de poder sacar la bicicleta, un claxon suena en la carretera junto a su casa. Sale de la cochera y ve el Volvo de Edward estacionado allí. Lo ve bajar del Volvo y acercarse a ella. Él le sonríe y la abraza; ella no tarda en corresponder.

— ¿Rosalie te mandó? —pregunta.

— No —responde, separándose del abrazo—. ¿Por qué lo dices?

— Ayer dijo que deberías ser más... responsable y pasarme para llevarme a la escuela —responde—. No le digas que te dije. Y no le hagas caso, estoy bien así.

— Tiene razón, ir en bicicleta no es seguro, pero hoy vine por ti. Vamos.

Edward carga la mochila y luego ambos suben al Volvo. Él lo enciende y lo pone en marcha, dejando atrás la casa de ella. Cuando llegan a la escuela, Rosalie sonríe al verlos juntos. Alice la abraza y Jasper la saluda desde lejos, una distancia prudente para el rubio. Pasados unos minutos, Rosalie y Emmett se despiden de ellos para luego entrar a la escuela. Los cuatro caminan hasta acercarse al autobús.

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⏰ Última actualización: Apr 06 ⏰

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