Capítulo 17

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ADVERTENCIA: CONTENIDO +18. Si eres sensible a este tipo de contenido, te recomiendo saltar el capítulo. LENGUAJE VULGAR.


ZORO

Por un año y medio deseó tanto volver a tener a Sanji, que ahora que lo tenía, sintió que iba a explotar solo por ver como sus delicadas manos envolvían su gorda polla.

Sanji lo masturbó despacio, aún con torpeza debido a su naturaleza inocente. Le pareció adorable.

Y es que en sus recuerdos, el rubio era hermoso. Al parecer sus recuerdos estaban distorsionados, porque la realidad era mucho mejor. Se veía divino, celestial. No podía creer que existiera una criatura de tal belleza aquí en la tierra. A pesar de que guardaba resentimiento a Dios por robarse a su chico, debía darle las gracias por crear semejante ángel para él.

Agarró la nuca del rubio y pegó sus frentes juntas. Sanji aumentó el ritmo en su mano y Zoro soltó un jadeo. Vio que su pene estaba soltando pre-semen.

-Es suficiente.- Dijo. No quería venirse demasiado rápido, no cuando aún no le había dado el placer que merecía a su ángel.- Voy a prepararte.

Sanji gimió en respuesta. Zoro dirigió sus dedos hasta la entrada del rubio y apretó allí con delicadeza. Sonrió satisfecho al notar la estrechez del sacerdote. Claramente, él fue y sería el único que podía tocar su cuerpo.

- Aguanta un poco, ángel.- Introdujo dos dígitos previamente ensalivados, intentando llegar hasta el fondo para rozar el punto que volvía tembloroso y necesitado a Sanji. Este, por su parte, pegó un chillido agudo debido al escozor. Le dolía, pero el deseo era mucho mayor.

Zoro movió sus dedos en forma de tijeras, queriendo abrirlo lo más deprisa posible para poder darle su verga. Estaba deseoso de volver a estar dentro del sacerdote.

Por las dudas, metió un tercer dedo. No quería hacer daño al rubio, a menos que quisiera, claro.

- Ya,...Zoro, ya. Puedo soportarlo, hazlo. - Sanji se removió en su regazo, y en consecuencia sus dedos salieron.

Si era suficiente para el rubio, entonces para él también. Lo agarró por la cadera y lo alineó contra su miembro. Sanji, sin poder esperar más, se apoyó en la pared de atrás de Zoro y se sentó de golpe.

El peliverde siseó, sintió que su pene iba a romperse de lo apretado que estaba el rubio. Se sentía demasiado bien. Sanji lo miró con los ojos llorosos, seguro adolorido.

Sin decir una sola palabra, ambos se entendieron a través de su mirada. Habían esperado mucho tiempo y ahora su ansiado encuentro era real.

Se besaron de una forma tan desordenada que la saliva de ambos se escurría por la barbilla de Roronoa. No se sintió nada sucio para él. Al revés, tener encima cualquier fluido que viniera de Sanji lo hacía igual de afortunado que todos los apóstoles que habían tomado la maldita sangre de Cristo.

Una vez que se sintieron listos para continuar, Zoro lo agarró por su largo cabello, que ahora llevaba en una cola de caballo baja, y tiró su cabeza hacía atrás. Lamió su cuello, desde la clavícula hasta la manzana de adán, provocando que el rubio soltara sonidos indecentes que resonaron por toda el lugar santo.

Iba a moverlo hacía arriba, pero Sanji lo sorprendió gratamente cuando comenzó a montarlo por propia voluntad. Oh dios, su descarado sacerdote. Bajó sobre su verga una y otra vez.

- Extrañé esto. - Sanji dijo entre gemidos.

- ¿A mi pene? - Zoro soltó una ronca carcajada. - ¿No a mí?

Perdona mis pecados (ZOSAN +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora