Capítulo 3

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SANJI

Las visitas del pirata se hicieron constantes. Bajaba todos los días para darle de comer a la misma hora. Incluso, a veces bajaba más de una vez. No conversaban mucho, en realidad, Zoro solo se quedaba haciéndole compañía. Y las veces que hablaban, terminaban en una discusión sobre cualquier cosa en la que no estuvieran de acuerdo. Usualmente era en temas religiosos.

Aunque Zoro no volvió a molestarle con el tema de los siete pecados, Sanji sabía que algo estaba tramando. Era la única explicación que tenía para su insistencia en quedarse allí con él.

Fue lo mismo esta noche. Sanji ya había terminado de cenar y ahora tan solo estaban hablando sobre cosas triviales.

-¿Y no le aburre rezar todo el tiempo?- Dijo el peliverde.

-Rezar no es para divertirse.- Aclaró un poco molesto. El pirata tenía una habilidad muy especial para sacarlo de sus casillas con preguntas absurdas. A decir verdad, estos días se había enojado más que el resto de sus veinte años.

-¿Y qué le divierte?

-Mmm, me gusta cocinar.- Ante su respuesta, Roronoa sonrió.

-Tiene sentido, por eso las recetas en su biblia.

El rubio asintió sin más para volver a quedarse en silencio. Que lo alimentara y le hablara, no significaba que automáticamente iba a dejar de odiarlo. Todavía se mantuvo en guardia todo el tiempo, pero tenía que reconocer que la actitud del peliverde parecía diferente.

-Le traeré agua.- Dijo Roronoa antes de levantarse del suelo e irse. Después de unos minutos, regresó con una botella y se la ofreció. Como siempre, tuvo que ayudarle.

Mantuvo la botella en alto, mientras que una de sus manos se quedaba abierta bajo su barbilla para atrapar las gotas que se escapaban. Sanji estaba dando un último sorbo cuando sintió que los dedos de Zoro tocaron su labio inferior, pero el movimiento fue tan fugaz que pensó que fue su imaginación.

-¿Recuerda que me confesó sobre sus pensamientos lascivos? - Y volvió el idiota que conoció el primer día. Sanji puso los ojos en blando y asintió a regañadientes. Le molestaba, pero tenía que pensar muy bien en lo que hacía y decía para que el orangután no lo volviera a dejar pasar hambre.- En verdad tengo curiosidad por saber qué es lo que piensa. Quiero decir, usted no debe tener ni la menor idea de como es el acto real, por eso quiero saber como lo imagina.

-No lo imagino de ningún modo. Arrimó su cabeza contra los barrotes a su lado. Miro el techo, algo avergonzado pero preparado para confesar aquello delante de alguien que no fuera el padre Duval. - La mayoría de veces son sueños con imágenes demasiado difusas y cuando me despierto solo recuerdo el calor y la sensación de humedad.

-Ya veo...-Roronoa lo miró por demasiado tiempo, buscando por algo.- Su cuerpo está frustrado.

-¿Qué?

-Es normal. A su edad ya debió de tener algo de acción y como no es así, su cuerpo manifiesta su necesidad de esa forma.

-Lo que sea. Me acostumbraré.

-Es triste. -Roronoa se inclinó un poco más cerca del rubio.- El sexo es uno de los mayores placeres de la vida y usted se lo priva.

-No me importa, es una muestra de lo mucho que amo a nuestro señor.- Roronoa soltó un largo suspiro de decepción.

-Usted es tan aburrido.

-Te puedes ir, nadie te pidió que me hicieras compañía.- Se volvieron a quedar en silencio, hasta que el pirata se levantó del suelo, preparado para irse.

Perdona mis pecados (ZOSAN +18)Kde žijí příběhy. Začni objevovat