Falsa Cordialidad

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El día de su cumpleaños número dieciocho, se levantó más temprano de lo normal. Solo quería... Tan solo quería comprobarlo.

Salió de la casa a hurtadillas antes de que saliese siquiera el sol, sin que su familia se enterase. Ahora camina en la completa oscuridad, pasando cada una de las pequeñas casas del bosque centrado únicamente en llegar a una.

Sus ojos se adaptan a la oscuridad como los de un gato y sus piernas se mueven sigilosamente, acostumbrado a hacerlo en los duros entrenamientos.

El Beta. Hoy sería un día muy importante, pero antes, antes de todo, necesitaba asegurar lo que el corazón ya le había dicho antes.

No hace falta que se acerque mucho a la pequeña casa de madera para saberlo. Esta sería la primera vez que olería aquel delicioso aroma dulce y adictivo.

Sus instintos gritaban por que corriese a su lado. Que abriese la puerta de la casa sin importarle nada ni nadie. Pero es una pequeña joven de apenas dieciséis años que duerme plácidamente esperando al amanecer.

Su mejor amiga.

- Lo sabía.- Murmura en alto para sí mismo metiendo las manos en sus bolsillos en un patético intento de mantener a raya a su lobo.

Sin poder evitar que se expanda una sonrisa sincera en su rostro.

No tarda en dar media vuelta y correr de vuelta a su casa. Tiene algo importante que hacer... y lo hará ahora.

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- Padre.

A pesar de que aún no ha amanecido, la versión más mayor de él ya está sentado en aquel despacho, preparando papeleo y asuntos para el Alpha y la manada.

Es para lo que él ha sido entrenado, entre otras cosas, y el puesto que debe tomar ahora que ya es mayor de edad. Y no lo haría solo. Como su padre, él también había encontrado a su pareja destinada. Aunque Luka ya lo tenía claro desde el principio.

- Estoy ocupado.- Su padre a penas levanta la vista de los papeles un segundo para echarle una ojeada.- ¿No deberías estar entrenando en el campo?

El despacho es pequeño y algo oscuro. La decoración no es lo más importante, dando prioridad a todas las carpetas y archivadores que ocupan las mesas y espacios libres.

El hombre tiene el pelo canoso, es alto y delgado, pero es una copia casi exacta de su hijo, o al contrario más bien. Lo que más destacan, esos brillantes ojos grises heredados de generación en generación.

- Es mi cumpleaños.- Es todo lo que dice el castaño, sin poder borrar la sonrisa de su rostro.

Es entonces cuando el hombre mayor detiene el bolígrafo y deja por fin a un lado los papeles con la misma seriedad de siempre.

- Si. Justo por eso no deberías dejar de hacerlo.- Le recrimina de forma severa.- Me hago viejo, hijo. Y tendrás que tomar mi lugar tarde o temprano y, tal vez, antes de lo que creas.

- Lo haré.- La determinación en su voz sale tan seria como siempre le han educado a hacerlo, casi como un juramento.- Pero no lo haré solo.

Sus palabras suenan tan seguras y emocionadas que descolocan al mayor durante unos segundos. Por un momento, sus ojos viajan hasta la ya antigua fotografía de una pareja sobre el escritorio donde se reconoce a si mismo como el hombre.

- ¿Has encontrado a tu mate?

- Lo he hecho.

- Espero que esté a la altura.

El Regalo Del BetaWhere stories live. Discover now