Una bastarda de Dorne. ¿Cuanto mal puede ella hacer?
La pequeña niña que llego al burdel de la mujer conocida como "la madame" apenas si entendía la vida cuando debía enfrentarla. Pero todo cambiará para ella cuando un hombre frustrado acepte sus se...
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{narrador omnisciente} {114 D. C}
El principe canalla siempre se había refugiado en su burdel favorito después de un problema con Viserys o cuando le daba la gana, especialmente en Misarya, el gusano blanco.
Los gemidos y sonidos externos a la habitación era comunes para el, pero particularmente este día parecían molestarlo más. Los gemidos de Misarya quien estaba a su sumisión, no parecían exitarlo como otras veces. Ni siquiera el echo de que la tuviera en 4 solo para el.
El principe gruñó, recargandose en la espalda de Misarya para levantarse de la cama y caminar hacia un pequeño sofá junto a la ventana.
-¿Qué te inquieta mi principe?
Pregunto Misarya levantandose de la cama, intrigada pero caminando hacia Daemon.
Daemon no respondio, tapándose con una tela que estaba por la habitación.
-Podría traer a una doncella, tengo a varias.
Para nadie era un secreto que a Daemon le encantaba desvirgar mujeres, sean nobles o plebellas, no le importaba. Así que Misarya rápidamente obtuvo la atención de Daemon.
-Tráela.
Demando el Targaryen. Misarya asintió, vistiéndose rápidamente y saliendo de la habitación.
Poco después, Misarya regreso con una niña de no más de 14 años vestida entre transparencias.
-Es hermosa, estoy seguro de que le encantara aprender a como complacerme.
Sonrio Daemon, acercandose a la niña quien temblaba ligeramente. Era pelirroja, pálida, pecosa, con los ojos levemente verdes y el cabello algo rizado.
Misarya salió de la habitación, dejando a la pelirroja y a Daemon solos en la habitación.
-¿Cual es tu nombre?
Pregunto Daemon tomando suavemente el mentón de la menor, haciendo que lo mirara.
-Astrid mi principe, si le complace...
Tartamudeo ligeramente la pelirroja. Daemon rio entre dientes ante esto.
-Te dieron ese nombre en el burdel, ¿no es así? Ahora quiero tu nombre verdadero.
La niña suspiro, jugando con la poca tela que la cubría.
-Elyana, Elyana Martell.
-¿Martell? - dijo confundido Daemon -. ¿Qué hace una mujer de la arena en un burdel como este?
Elyana no contesto, simplemente miro hacia el suelo, evitando a toda costa el mirar el cuerpo desnudo del hombre frente a ella.
