—Solo quiero asegurarme de que estes bien.

—Pues he dormido de maravilla.

—Ya. Bien.

Reprimo una sonrisa al verlo aparta la mirada.

Son muy pocas las veces que he visto a Axel ponerse nervioso, creo que incluso podría contralas con los dedos de las manos, por lo que me resulta divertido verlo en ese estado. Es un poco tierno.

—Vale. Voy a ser directo —me mira, decidido—. ¿Está bien?

—Adelante.

Quizá estaba disfrutando aquel momento más de lo que debería.

—Lo que quiero saber es si ha estado bien para ti. —Hace una pausa—. Quiero decir, si tu estas bien ahora ¿no estas adolorida o algo parecido?

Siento que se me pone la cara de todos los colores. Así que se refería a eso.

—Estoy bien —le aseguro—. Solo un poco adolorida, pero supongo que es normal. Ha estado bien.

Él enarca una de sus cejas. 

—¿Solo bien?

Desvío la mirada hacia mi mano que sigue sobre su pecho, siendo bastante consiente del pequeño golpe que le he dado a su orgullo. 

—Tú has preguntado —me defendí. 

—Y a mí que preocupaba haber sido muy rudo contigo —Lo dice como si nada, pero a mí la vergüenza se me ha subido al rostro.

—Oh dios mío. Cállate.

Él se ríe. Yo no me podía creer que acabase de decir eso.

—Esperaba que usaras un adjetivo más apropiado —continuo. Su tono burlón me hace apretar los labios, reteniendo una sonrisa—. Ha estado más que bien. 

—Mira que te gusta alardear.

—No lo has negado.

Me quedé en silencio un segundo. No tenía caso negarlo. Tampoco lo tenía guardarme aquellos pensamientos cuando podía saber si había sido igual de bueno para él como lo fue para mí. Porque yo esperaba que sí. Porque me negaba a solo dejar pasar aquel pensamiento que cruzó mi mente mientras los dos quedamos tumbados sobre la cama con las respiraciones agitadas, aun con la mente nublada y viendo el comienzo del alba: que nunca me había sentido tan segura que cuando él me tenía entre sus brazos, y realmente esperaba que él también lo hubiera sentido. 

Me aclaré un poco la garganta.

—Lo he disfrutado, si es lo que quieres saber —confieso en un susurro.

Cuando no responde decido levantar la vista para mirarle. Me sorprendo al encontrarlo sonriendo.

—¿Qué?

—Estaba esperando a que hicieras eso. Prefería decirte que yo también lo he disfrutado mientras te miraba a los ojos. 

Y eso es todo. Un día de estos va a hacer que se me salga el corazón.

—¿Lo dices en serio? —le pregunto, todavía un poco cohibida. 

—Hablo muy en serio.

Axel sonríe. Igual que siempre, con esa seguridad que no deja lugar para más dudas. Sus palabras logran encerrar bajo llave los miedos e inseguridades que daban vueltas en mi cabeza. Y se vuelve suficiente para mí.

Le devuelvo la sonrisa.

—Vale, ahora creo que me has subido un poco el ego —bromeo. 

Axel niega con la cabeza, divertido. Yo sigo sonriendo.

La lista de los Corazones RotosWhere stories live. Discover now