Capítulo 30

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Parece que hubieran pasado años desde la última vez que estuve por aquí, tal vez es porque estuve demasiado tiempo desaparecida jeje.

¿Dos meses? Sí, creo que sí. En fin, espero que disfruten el capítulo, como siempre gracias por el apoyo <3


Axel 

No puedo respirar. 

El pecho se me aprieta y tengo la sensación de que el aire se me escapa sin que pueda hacer nada para evitarlo. La necesidad de llevar oxígeno a mis pulmones me obliga a bajar los cristales del auto e inhalar profundo cuando una ráfaga de viento me golpea la cara. Se siente reconfortante, pensé, sin embargo, ese pensamiento se esfuma tan rápido como llega cuando me doy cuenta de que no es suficiente, la opresión en mi pecho sigue ahí y ahora a esa sensación se le suma el notar lo rígida que estaba mi espalda contra el asiento y las terribles ganas que tenía de vomitar lo poco que había ingerido en el día.

Estaba hecho una mierda. 

Me sentía como una mierda. 

Quería dar la vuelta e ir hacia cualquier otro lado. Maldita sea. Lo último que me apetece hacer esta noche es sentarme delante de esa gente y pretender que no pasa nada, sin embargo, y muy a mi pesar no tenía otra opción, ya era demasiado tarde para girar el volante y cambiar de dirección. 

Tomé una segunda inhalación profunda antes de removerme en el asiento. Odiaba sentir que estaba cediendo el control ante esta situación, más aún cuando sabía que no lo valía. Me obligué a mi mismo a concentrarme en el camino y a recuperar el control de mi cuerpo, tenía que calmarme, no podía permitirme que ella me viese así.
 
No quería que se preocupara.

Entonces, guiado por ese pensamiento, la miré de reojo y comprobé que seguía mirando la carretera, tal como lo hacía la última vez que me quedé mirándola cuando nos detuvimos en un semáforo. La única diferencia es que ahora el viento le revuelve el cabello, despeinándola un poco, pero parece no importarle. Noté como el corazón me comenzó a latir más rápido, pero no aparté la mirada de su perfil. Últimamente, quitar mis ojos de Ellen era una de las cosas que más me costaba hacer. 

Solté un corto suspiro, sintiendo como cada músculo de mi cuerpo se relajaba ante la tranquilidad que me daba saber que ella estaba aquí, conmigo. Debía admitir que me asustaba que ella tuviera esa clase de poder sobre mí, pero trataba de no pensar en ello. Casi con el mismo ímpetu que usaba para no pensar demasiado en ella. Aunque eso aún me resultaba algo difícil.

¿Algo? Yo diría que es muy difícil.

Vale, muy difícil. 

Se había apoderado de cada uno de mis pensamientos. 

Aparté mis ojos y los clavé en la carretera cuando me pilló viéndola. Alcancé a ver una sonrisa leve curvar sus labios y pasé saliva con dificultad, intenté disimularlo, pero no estoy seguro de haberlo conseguido. Su maldita sonrisa. Esa que me hacía contener el aliento si pasaba mucho tiempo mirando. Era capaz de ponerme nervioso. Toda ella. Y ese descubrimiento me asustaba más que el estar conduciendo a la casa en la que no había puesto un pie en dos años, irónico ¿No?

Habían pasado dos malditos años, yo lo sentía como todo una eternidad. Demasiado tiempo, demasiados recuerdos que desearía poder borrar. 

—Axel, está en rojo. 

Mis pensamientos pasan a segundo plano cuando me giro para mirarla. Ella ya estaba viéndome con la cabeza levemente inclinada hacia el frente, me avergüenza admitir que me costó más de lo necesario entender a qué se refería.

La lista de los Corazones RotosWhere stories live. Discover now