Capítulo 12

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—Estás bromeando, ¿cierto? —inquiero incrédula mirando a Ben desde el sillón.

Niega con su cabeza y vuelve a repetirme la idea tan descabellada que se le ha ocurrido hace unos minutos.

—Debes estar bromeando —repito marcando con más fuerza cada palabra, creyendo que así se convencerá de que es una locura lo que está pidiéndome.

Al ver la sonrisa que se forma en sus labios, me doy cuenta de que está hablando en serio. No puede ser.

Mis nervios están por alcanzar límites inimaginables. Las últimas semanas no han sido las mejores, las cosas están muy lejos de solucionarse y ya no sé qué hacer para tratar de arreglarlas. Mi madre continúa distante y encerrada en su propio dolor, se culpa a sí misma por lo sucedido y está resultando difícil hacerle entender que nada de lo que ocurrió fue su culpa. Las cosas con Ben siguen iguales y ya no sé cómo sentirme al respecto.

Suspiro.

—Sabes que no podemos salir de este lugar cielo —me acerco hasta el borde de la camilla.

—Será por unos minutos Ellie, por favor —suplica—. Prometo que me portaré bien —me da una de sus mejores sonrisas tratando de convencerme.

—No sucederá Benjamín, olvídalo —trato de no sonar tan ruda, pero al parecer no lo logro—. No puedo ponerte en riesgo saliendo de este lugar, por favor no insistas.

Mantiene su mirada fija en la mía antes de explotar.

—¡Estoy cansado! —exclama, desconcertándome—. ¡No quiero estar en este lugar! Me duele, Ellie. Todo el tiempo hay doctores en todas partes sacando sangre de mi cuerpo, haciéndome exámenes y dándome pastillas que no quiero tomar —una lágrima empieza a rodar por su mejilla—. Odio estar en este lugar, lejos de mamá, de Mara. Solo quiero sentirme normal por unas horas, por favor no me quites eso también.

Lo observo conteniendo un sollozo. No logro asimilar todas las cosas que han salido de su boca. No puedo creer que haya estado conteniéndose todo este tiempo, nunca pensé que realmente esto lo estuviera afectando tanto.

Al parecer también le estoy fallando a él.

Su expresión me hace saber que espera una respuesta de mi parte y por miedo a que la voz me falle solo asiento en su dirección. Su sonrisa tiembla y me acerco hasta él para limpiar las lágrimas que resbalan por sus mejillas.

—Está bien, cielo. Voy a ver que puedo hacer, pero no te prometo nada— beso su frente—.  Sabes que no puedes salir del hospital, ¿cierto? —asiente—. Bien, entonces vuelvo en unos minutos.

Dirijo mi vista al reloj que cuelga en la pared antes de salir de la habitación, son cerca de las ocho de la noche, solo espero que los pasillos estén vacíos para evitar que alguien me vea. Las últimas noches las he pasado aquí, llego después de la hora de visita y amablemente una enfermera me permite quedarme toda la noche. Sé que quedarme en este lugar está mal y que no debería hacerlo, sin embargo, no pude evitarlo, Ben estuvo teniendo problemas y necesitaba estar con él. Solo tengo que evitar que alguien me vea antes de media noche y nadie se dará cuenta. Sencillo

Bastante sencillo, Ellen, por suerte eres muy ágil para mentir, por si alguien llega a encontrarte claro.

Bueno conciencia, eso si sería un problema.

Es muy arriesgado estar caminando por los pasillos casi vacíos del hospital como si fuera la dueña del lugar, cuando realmente estoy de infraganti y con el miedo de que alguien pueda encontrarme, pero no tengo otra opción, haría todo por el pequeño niño que está esperando por mí en la habitación. Solo haría esto sabiendo que no pongo su vida en riesgo al hacerlo, no me perdonaría que algo malo le sucediera por mi culpa. Mi objetivo es encontrar un lugar donde Ben pueda respirar aire fresco y ver qué hay una vida por fuera de este hospital y creo conocer un sitio perfecto para hacerlo, solo necesito encontrar la llave de acceso a la...

La lista de los Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora