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Algo inusual y a la vez esperado estaba ocurriendo esa tarde de agosto. Flynn, quien solía sumergirse entre las páginas de libros, aguardaba con ansias la llegada de su visita habitual. Sin embargo, esta vez, encontraba distracción en su reciente adquisición.

Sin levantar la vista del aparato que yacía sobre la mesa, esperaba pacientemente una respuesta. Leonard, que lo miraba desde las escaleras, parecía divertido con la situación; buscó la manera de molestarlo un poco. La mirada perdida del chico se iluminó cuando su teléfono vibró, anunciando la llegada de un nuevo mensaje. Al leerlo, su semblante cambió drásticamente y dirigió una mirada mortífera hacia Leonard. Mismo que no pudo evitar sonreír.

Leonard:

[Voy a salir por un rato, no le abras la puerta a extraños]

Flynn:

[Qué gracioso, no soy un niño]

[¿A dónde vas?]

Leonard:

[Por ahí]

 Así, sin ceremonias, se despidió y partió. Pero Flynn no era el único cautivo de la pantalla de su teléfono. A unas pocas calles de distancia, Lara luchaba por recuperar el suyo a toda costa.

—Vamos, devuélvemelo —dijo mientras pegaba pequeños saltos tratando de alcanzar la mano de su amiga, que era mucho más alta.

—Te traje para que me ayudaras con los clientes, no para que estés holgazaneando —mencionó evitando las manos de Lara.

—Sao, solo dámelo ya.

—Antes, déjame ver con quién hablabas.

—¡No! —se lanzó sobre su amiga, pero cuando pudo alcanzar su mano, el teléfono ya no estaba.

—Así que Flynn —murmuró Theo, husmeando en el celular que acaba de arrebatar. 

—Theo —dijo en tono serio—, dámelo.

El chico no tuvo de otra que obedecer, los ojos de su amiga lanzaban llamas. Parecía que en cualquier momento iba a matarlo. 

—Si eso iba a hacer —se excusó encogiéndose de hombros—, Sao deja de molestarla.

—Pero ella me prometió que...

—Cumple con tu trabajo, para algo te pagan —la sermoneó, estrujándole el pelo con las manos.

—Cómo jodes... —murmuró antes de volver a su lugar.

—¿Qué dijiste?

—Nada. Que no sé qué haría sin ti, querido amigo —sonrió falsamente. 

—Ay, qué linda mentirosa —devolvió la misma sonrisa—. ¡Vuelve a trabajar!

—De verdad que me estresas, Theo.

Lara aprovechó el bullicio y la distracción de sus amigos para abandonar discretamente su puesto. Sin embargo, antes de dirigirse a casa de Flynn, debía pasar por la de su abuela para devolver algunas pertenencias. La casa de su abuela se erguía en el corazón de la ciudad, un lugar que había sido su hogar durante la mitad de su vida. Desde que dejó atrás Brasil, se dedicó apasionadamente a su negocio, vendiendo libros y preparando café, hasta que finalmente cumplió su sueño de ser propietaria de la Caflería

 Cada vez que la visitaba, al cruzar su umbral, el aroma de galletas recién horneadas le daba la bienvenida. Mientras el perfume floral del té tejía un abrazo en el aire. Era un rincón donde la calidez se hallaba en cada suspiro. No obstante, esa tarde el aire no se respiraba igual.

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⏰ Last updated: May 02 ⏰

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Notas muertasWhere stories live. Discover now