11 PARTE: SANANDO

738 66 10
                                    

***

Muchos años han pasado desde aquel día en que hablamos francamente y nos fuimos de aquella casa.

Ohm y yo logramos casarnos en nuestro país de origen, mi amada Tailandia cuando se legalizó el matrimonio gay.

Ahora vivimos en Noruega, en la ciudad de Tromsø. Hay noches en las que he podido ser testigo de cómo la aurora boreal ilumina el cielo oscuro. Es simplemente fantástico.

Cuando llegamos acá, una de las primeras cosas que hicimos acá, fue conseguir a un terapista que hable nuestro idioma, y lo hallamos. Junto a mi esposo, vamos a terapia para superar nuestros temores, para sanar el alma.

Por lo menos ya no sudo ni me pongo demasiado nervioso cuando hay un clérigo cerca a mí. Ohm me ha ayudado tanto que si existen otras vidas después de ésta, quiero vivirlas junto a él. Lo amo tanto.

Cuando era pequeño, aquel hombre de larga sotana abusó de mi confianza, la de mis padres y le falló a Dios sobretodo.

He tratado de borrar los malos recuerdos de mi cabeza pero no se van completamente, aunque  he logrado que la mayoría no duela tanto.

Con lo de la violación aún estoy luchando. ¿No entiendo por qué no se borran? Hay personas cuyo cerebro ha bloqueado esa parte de sus memorias, pero yo no puedo.

Espero algún día poder hacerlo.

Aún así, he seguido con mi vida. Papá se volvió a casar, a su esposa la llamo tía Margareth. Ella es tan diferente a aquella persona a la cual llamé madre.

Tia Margareth me ama muchísimo. Es terapeuta en traumas emocionales, no nos trata, pero es psicóloga terapista. Papá la conoció porque es conocida de nuestra terapeuta. Ambos se aman demasiado, papá ha vuelto a confiar en las personas, al igual que yo.

Los domingos salimos como familia.

Mi esposo, mi Ohm. No tengo palabras exactas para expresar el amor profundo que siento por él.

– Te amo –Ohm besa mis cabellos y mi frente– ¿En qué estás pensando?

– En el vecino.

– Nanon Pawat, el vecino es un anciano de 97 años.

– Por eso, recordé que necesito darle su medicina.

Estudié para ser enfermero y conseguí mi licenciatura en poco tiempo.

– Pero son las 5 de la mañana y el ancianito recibe su vacuna a las 8. Ahora es otro a quien hay que vacunar.

Me río porque siempre hace comparaciones raras.

– No, no, no. Ayer lo hicimos hasta casi las 2 de la madrugada y el cuerpo me duele.

– ¿Quién te manda a ser tan adictivo eh? Además tienes 3 días libres, y me voy a cobrar por adelantado los días que te toca estar en el hospital sin venir a verme.

El trabajo de enfermería es realmente cansado pero gratificante para mí.

Poco a poco me dejó llevar por sus caricias y respondo a sus besos, a su toque caliente.

Mientras Ohm empezaba a llenar mi rostro con besos llenos de amor, se podía escuchar como unas tímidas gotas chocaban contra la luna de aquella ventana. Poco a poco la lluvia empezaba a deslindarse de las nubes con un poco más de fuerza. Era extraño que el sonido de las gotas de lluvia me provoquen calma después del agotamiento mental. Un frenesí brutal animaba nuestra sed de sexo cuando nuestros cuerpos se unían.  Su boca y sus manos luchando por saborear y tocar la entrada en mi culo. Mis testículos y mi verga siendo estimulados por sus gruesas manos que sabían perfectamente cómo chupar y dónde tocar.

El semen de mi amante sobre mi piel me hacía desearlo más y más. Mi verga estaba siendo masturbada con su gran mano y mi interior gozaba violentamente cuando su pene golpeaba mi próstata sin ningún reparo.

– Te amo, mi amor.

Me repite estas hermosas palabras en todo momento y yo solo me desvanece.

Si algo bueno saqué de aquel momento que pasé con mi madre, fue aquella vez en la que mis ojos miraron a ese joven que salía en la televisión.

Porque ese hombre se convirtió en la persona que más he amado en esta vida porque me ayudó a ser mejor de lo que ya soy, a superar mi miedo, a celebrar mi logros por más tontos que fueran.

– También te amo, mi amor.
Sí, yo amo a mi esposo, Ohm Pawat.


***

Fin

(TERMINADA) LUJURIA: SANTO PECADOWhere stories live. Discover now