10 PARTE: CONFRONTACIÓN

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***

Cuando Nanon llegó a casa con su papá, la mamá supo por intuición qué había pasado, solo que no sabía con quién. Solo esperaba que la futura señora Korapat fuera hermosa.

– Siéntate hijo.

Nanon así lo hizo.

Nanon había notado que su madre cada día se veía con un brillo especial. Sabía de antemano que sus papás no eran de tener sexo todos los días, papá era muy conservador y decía que el sexo se hacia solo por las noches.

– Nanon quiere decirte algo importante.

Nanon miró a su padre y luego a su madre.

– Me gustan Ohm.

Su madre no entendía. ¿Qué es lo que decía su hijo?

– ¿Qué dijiste?

– Me gusta Ohm Pawat, mamá. Me gusta el hijo de los señores Pawat.

Su mamá arrojó a Nanon al suelo por la fuerza con la que golpeó el rostro de su hijo.

– Blasfemia, dices una blasfemia asquerosa. Ve a rezar de rodillas a la iglesia.

– ¿Así como el padre me hacía rezar de pequeño, madre?

La señora Korapat desconocía este lado de su hijo, aquel que parecía más maduro, serio y no tan tierno.

– ¿Cómo eres capaz de lanzar calumnias contra el padre Robert? Él, quien tanto te ha ayudado a ser buen niño.

Nanon miraba a su madre, triste.

– Si él te llegó a tocar, de seguro es porque tú lo sedujiste.

Nanon aún no puede entender como su madre puede sacar cara por aquel bastardo. Se supone que es un hombre de dios, aquel que debería cuidar de los pequeños que se les confiere. Su vocación es de ser un hombre de Dios.

Dios no puede habitar en un lugar donde su seguidor le hace daño a los niños. Dios no puede estar allí.

Las lágrimas ruedan por las mejillas de Nanon, pero no suelta ningún sollozo. Él, Nanon Korapat es un chico fuerte.

No.

Nanon Korapat es un HOMBRE fuerte.

– Él me violó, mamá ¿Por qué es que no lo aceptas y me castigas por algo que no fue mi culpa?

Nanon no entiende cómo su propia madre lo culpa de las abominaciones que practicaba el ‘padre’ con los niños que se les confiaba.

– Deberías lavar esa asquerosa boca tuya y dejar de ensuciar al santo padre.

Nanon empezó a reír y miró a ambos padres.

– Yo…

El señor Korapat miraba a su mujer y le daba asco el solo saber que se fijó en ella. Quería vomitar.

¿Cómo es que se dejó embaucar por esa mujer y no prestar atención a su propio hijo, aquel que decía amar con toda su alma?

Su mamá tenía razón, ella nunca sería una buena madre. Lo supo siempre, pero el amor que le tenía lo hacía pensar que en algún momento cambiaría. Siempre ha tratado de ocultar los errores de su esposa para que todos pensaran que eran la familia perfecta.

El señor Korapat subió al segundo piso, hizo una pequeña maleta y metió algunas prendas.

– Nanon, ¿vas a recoger algo de ropa?

Nanon asintió y fue a sacar algunas ropas.

– No te demores.

Cuando ambos se quedaron solos, él se acercó a la mujer y le lanzó un tremendo bofetón.

(TERMINADA) LUJURIA: SANTO PECADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora