Capítulo 7

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Esa noche volví a soñar.

- ¿Dónde está la niña? - Está demasiado oscuro para ver nada. Oigo la lluvia golpear en el cristal con la fuerza de alguien que está enfadado.

- No lo sé - Susurra la voz rota de mi madre. Apenas lo suficientemente alta para poder oirla.

- Ponéis en peligro la especie por vuestro propio ego - La voz del desconocido suena más como un gruñido. Como un animal. Como la de mi madre cuando se enfadó conmigo.

Se oye un golpe. Algo que se rompe en añicos cerca de donde estoy, o de donde debería estar.

Mi madre grita de la impresión. No entiendo por qué no se están defendiendo.

- Si nos dan la oportunidad podemos buscarla - Dice la voz temblorosa de mi padre. Casi como si suplicara por perdón.

El miedo se empieza a abrir paso dentro de mi. No puede ser verdad.

- ¿¡Cómo puedes decir eso?! - Por un momento pienso que soy yo quien ha dado ese grito. Pero en su lugar es la voz de mi madre quien lo dice.

- Si tengo que elegir entre ella y nosotros, sabes cuál será la respuesta - Sentencia él.

Me siento congelada. El cuerpo se me paraliza mientras oigo los sollozos de mi madre.

- Papá... - Murmuro, en mi desesperación por hacer algo.

El ambiente de la sala cambia. Noto la tensión en el aire sin necesidad de ver nada.

Mi madre se ha quedado callada y mi padre aguanta la respiración. Me han oído.

Se levanta un coro de voces y gritos desconocidos aclamando mi búsqueda. Soy incapaz de distinguir cuánta gente debe de haber. Me siento atrapada. Vulnerable.

Me despierto en mi cama con el corazón doliendo en el pecho. La respiración agitada y una certeza en mi cabeza.

Mi padre me ha traicionado.

- Kay - Los golpes en la puerta me sacan de mis horribles pensamientos.

No puede ser real. No puede ser real. Me repito como un hechizo para olvidar el sueño.

La puerta vuelve a sonar

- ¡Kay! - Esta vez la voz es más insistente

Me arrastro hasta el umbral y abro la puerta con un chirrido. Uri me mira con indignación desde el otro lado.

Tiene el pelo tan mojado que le gotea sobre los hombros. Huele a jabón. Lleva un chándal gastado que aún conserva las marcas de los dobleces con los que debía estar guardado.

- ¿Has visto el salón? - Me fulmina con la mirada.

Todavía sigo con el sueño en la cabeza. Creo que aún estoy durmiendo. Aunque oigo sus palabras, no las estoy asimilando.

Me agarra del brazo y me lleva a tumbos por el pasillo. Prácticamente me lanza al llegar al salón.

No estoy soñando.

Sigue de pie en la entrada de la habitación. De brazos cruzados. Acusándome.

Las latas de cerveza vacías sobre la mesa. Las bolsas de aperitivos por el suelo y trozos de papas fritas por todo el salón resaltan frente a nosotros.

El olor a alcohol está inundando toda la estancia, tan fuerte que me tengo que tapar la nariz con la manga para evitar las náuseas.

Por un momento no puedo evitar mi cara de sorpresa. Lo había olvidado.

Tal vez sí. Somos los malosOù les histoires vivent. Découvrez maintenant