Capítulo 5

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Esa mañana me levanté con una resaca horrible. Me dolía la cabeza. Me temblaban las piernas y la luz del sol era como fuego para mis ojos.

No tenía muy claro lo que había pasado.

Prepararme para ir a clase fue todo un sufrimiento. No se como se nos pudo ocurrir salir un jueves.

- ¡Kay! ¿Eres Kay, verdad? - Alguien se me acerca gritando de lejos. Una voz masculina que retumba en mi cabeza.

Gruño sin querer, levantando la vista lentamente mientras me tapo el sol con una mano.

- Soy amigo de Sira - dice alegremente. Como si eso fuera suficiente para gritarme en una mañana de resaca.

- Ah - Digo, y me voy.

El chico va vestido con ropa deportiva, tiene el pelo dorado y los ojos castaños. Es delgado. No tiene mala figura, alto y con espaldas anchas.

- Soy Diego - Sigue hablando, como si encontrase algún indicio de que yo quisiera escuchar.

Me llevo las manos a la cabeza, que me palpita de dolor.

- Kay - Sam engancha su brazo con el mío - vamos a llegar tarde - su voz suena mucho más apagada que de costumbre - ¿Quién era? - Me hace ojitos con la mirada, seguido de una mueca de incomodidad

- Veo que no soy la única con dolor de cabeza. No sé quién era.

- Es mono - afirma y se encoge de hombros

En clase, Sira y Mary ya esperaban en sus respectivos asientos. El murmullo general se eleva ruidosamente por encima de los presentes.

- Chicas - Dice Sira - Luego en la cafetería me gustaría presentarles a alguien. Está empezando hoy en la carrera también.

Apuesto que sé a quien se refiere, pienso para mis adentros. No tengo un buen día. No me apetece conocer a nadie.

- ¿Tiene que ser hoy? - Se me adelanta Mary, con unas ojeras azules tan oscuras que me recuerdan a un mapache. Aún huele levemente a alcohol.

Sira nos mira a las demás y se ríe, pero no nos dice ni que sí, ni que no.

A la hora del almuerzo estamos todas un poco más como personas, pero no del todo. Realmente habíamos olvidado las palabras anteriores de Sira. Por costumbre y tradición, bajamos a la cafetería en procesión y tomamos la misma mesa de siempre.

Todas las demás están llenas, y el zumbido de la gente es un poco caótico, así que no nos damos cuenta cuando Sira llama a dos chicos que acaban de entrar por la puerta.

Concentrada en mi sándwich, y lenta de reflejos como estaba, no le dí mayor importancia.

- Chicas, les presento a Diego - Dice Sira animadamente.

- ¡Encantado! Creo que algunas las he visto antes por el campus - La voz, demasiado alegre para el ambiente de la mesa - Este es mi nuevo amigo, Uri. También es su primer día.

Me atraganté con la comida, que se fue por el lado que no era y me puse a toser, incapaz de parar.

Sam y Mary me dan golpecitos en la espalda. Me empiezan a salir lágrimas de los ojos y me moquea la nariz.

Levanto la cabeza cuando empiezo de nuevo a respirar, y me encuentro con ese pelo negro que me sigue a todos lados últimamente.

Sus ojos color miel son más claros que la última vez que me fijé en ellos casi sin color. Casi plateados. Me miran con curiosidad y burla en cierta medida.

El rubor se posa en mis mejillas.

Tiene la nariz fina y los labios gruesos. La cara dulce enmarcada con ese oscuro pelo espeso. La verdad que es bastante guapo.

Su boca se mueve articulando palabras ¿Qué está diciendo?

- A ella ya la conocía. Es mi compañera de piso. Kay ¿Cierto?

El corazón me late tan fuerte que quiere salir de mi pecho. Tanto que duele y me quedo sin aire.

Todas me miran esperando que diga algo.

Lo de anoche fue real. No puedo pensar en otra cosa. ¿Lo fue? Es imposible.

- ¡Qué suerte tienes! - le dice Diego - Yo quiero una compañera de piso así - termina la frase insinuándose con la mirada.

Está perdiendo el tiempo.

- No sabía que eras Uri... - comenta Sira, mirándolo embobada.

Uri le sonríe, y ella se sonroja. ¿Qué pasa con él?

Me levanto de la mesa y me voy. Todos se quedan mirándome mientras salgo por la puerta.

Me paro en el rellano de las escaleras a las taquillas del sótano. El único sitio de la facultad donde es raro que haya alguien. Tengo el corazón acelerado y sigo con la cara ardiendo. No entiendo nada.

Apoyo mi frente en la pared. El frío pasa por mi piel y me calma.

- Entre tu y yo no ha pasado nada - Noto su voz en mi nuca. Me sobresalto.

No tengo muy claro lo que siento cuando está cerca. Pero lo que sí tengo claro es que es la primera vez que alguien me hace sentir algo. Algo así al menos.

Me doy la vuelta para encararlo. Uri se encuentra a escasos centímetros de mí.

- No lo voy a repetir. Nunca ha pasado nada. No estoy aquí para jugar - su mirada de repente es tan fría. Sus ojos, ahora plateados me atraviesan.

No sé por qué comienzo a temblar.

- No te preocupes, no... no voy a decir nada - consigo balbucear. Mi voz sale temblorosa. No estoy acostumbrada.

Lejos de tranquilizarlo, su mirada se vuelve más intensa y parece cabrearse. Golpea la pared detrás de mí quedando aún más cerca de mi cuerpo. Doy un paso atrás y me choco contra el bloque. Esta escena me parece familiar.

Inflo mis pulmones, y me cuelo bajo su brazo.

- Si quieres olvidar lo que ha pasado, no deberías estar por ahí buscándome - Su rostro cambia a una mueca de diversión.

- ¿Yo? ¿Buscándote? - Se ríe, pero una risa aguda y falsa que se me clava como hielo. - Fuiste tú quien me besó.

- ¿Dónde quedó lo de que no había pasado?

Me fulmina con la mirada. Se la sostengo.

Hasta que mi móvil comienza a vibrar.

Era mi padre.

- Papá.

- Kay ¿Dónde estás? - Su voz estaba temblorosa y hablaba en susurros - Kay, pase lo que pase, no vuelvas a casa hasta que te lo diga.

- Papá ¿Qué pasa? - Al notar la preocupación en mi voz, la postura de Uri se relajó.

- Vinieron los primos - dijo, y colgó.

Los primos. La familia. Los que son como nosotros. Otros de los que siempre nos hemos escondido, esperando el día que cambiase para poder unirnos de nuevo a ellos. No antes porque me matarían. Porque considerarían que soy una abominación.

Uri sigue mirándome

- ¿Quién eres? - Pregunta

- No te vuelvas a acercar a mi - Escupo las palabras justo antes de darme la vuelta y volver a subir las escaleras.

Entro al aula con el cuerpo aún temblando. Tengo miedo. Esa es la palabra. Le tengo miedo a Uri y tengo miedo por mis padres.

No sabía que debía hacer. Mis padres estaban siendo perseguidos por mi culpa. No sé si teniendo en cuenta que no pueden encontrarme los culparán a ellos o no. Ir probablemente complicaría las cosas. Y Uri... ¿Qué es Uri? La vida ya había tenido tiempo de enseñarme que hay cosas diferentes a los humanos. Que no todo es lo que parece.

Tal vez sí. Somos los malosOnde histórias criam vida. Descubra agora