ᴏɴᴄᴇ

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—¿Me llamó, majestad?

—Déjenos a solas.

Leticia, quien fue convocada por el emperador, se encontraba frente a él quien estaba sentado en su gran trono frente a ella. Todos los presentes habían abandonado aquel salón dejándolos solos, el silencio se hizo presente, tan poderoso era aquel sonido mudo que podría ser cortado con un cuchillo.

La fémina no tenia idea de porque había sido llamada por su superior, pero la manera en que la miraba la incomodaba.  Aquel hombre de ojos grises miraba de pies a cabezas a la única persona presente allí, le costaba creer que el bebé que la emperatriz había dado a luz hace muchos años atrás estuviera presente ante el, después de tanto tiempo buscándola, al fin la tenia frente a el; era irreal todo esto. Cuando al fin pudo ocupar el puesto de emperador, no tenia la intención de volver a tocar a la emperatriz para volver a tener algún hijo, la razón no era porque ya tenia una, mas bien porque le asqueaba la idea de compartir cama con aquella mujerzuela que iba en brazos de las drogas y el alcohol. Él solo esperaba el día en el cual ella caiga muerta, así podría tener el control absoluto del trono sin tener que compartirlo.

Pero para poder obtener esto, debía de tener la buena opinión publica de los nobles y plebeyos, pero ¿Cómo lo haría? 

Él fue un simple amante que se volvió emperador, incluso corrían rumores de que era infértil ya que nadie conoció a la hija que la emperatriz había dado mientras mantenía relaciones con él. Vicent no conoció a la bebé, solo supo que la emperatriz había quedado embarazada de él, y que luego de darlo a luz trato de asesinarlo por la herida abierta de ser abandonada por su anterior amor, un demonio que la había embarazado también años atrás. De su primer embarazo había salido Ingrid, aquella niña que era la viva imagen de su padre perturbaba la mente de la emperatriz, por lo tanto la mando a vivir aislada de ella. Para su mala suerte la había mandado a vivir en el palacio donde vivían los anteriores concubinos, justo donde él estaba residiendo.

Aquella niña había cumplido tres años cuando la mandaron a vivir con él, justo cuando también había recibido la noticia de que la emperatriz había quedado embarazada de él. Por lo tanto no veía a aquella albina como la legitima heredera del trono, mas bien, la veía como un recordatorio de que su "amante" podía traer al palacio a cualquier sanguijuela capaz de ocupar el puesto que él debía de obtener.

Sabía bien que el trono le pertenecía al hijo que se estaba formando en el vientre de aquella mujerzuela y no esa niña demoniaca que vino a invadir su palacio. Por lo tanto, desde el día uno ya trato de deshacerse de ella.

¿Cómo debería llamarlo? —Preguntó la pequeña albina que estaba frente él.

En esos años, la primera vez que Ingrid había dirigido la palabra hacia Vicent fue cuando él se encontraba bebiendo el té dentro de su oficina mientras leía el periódico mientras mantenía las piernas cruzadas. Sus ojos grises se dirigieron al rostro de la pequeña niña que tenia frente a él, su cuerpo frágil, su cabellos blanco y puro, incluso esos ojos rojos como rubíes lo asqueaban, pues era la viva imagen de su padre. Él simplemente rio mientras bajaba aquella taza sobre la mesita que tenia a un lado suyo mientras no apartaba la mirada de aquella niña.

Puedes llamarme, padre. —Había dicho el pelimorado mientras cerraba el periódico para poder juntar sus manos sobre sus rodillas. —Dime niña, ¿Cuál es tu nombre?

Mi nombre es Ingrid, si dices ser mi padre, como no vas a saber mi nombre. 

Eres divertida niña, dime... ¿Sabes leer? —La albina había negado con la cabeza. Vicent solo se levantó de su asiento para dirigirse al estante de madera donde habían varias antigüedades. —Cómo es la primera vez que pasaremos un día de padre e hija, me gustaría enseñarte a leer. —El rostro de la niña se había alumbrado de alegría por completo, desde que tuvo conciencia de lo bueno y lo malo, todos la miraban y despreciaban , no entendía el porque las personas la llamaban princesa cuando la trataban como plaga, sin embargo esta persona que decía ser su padre le estaba proponiendo enseñarle algo que siempre deseó aprender. —En los estantes que están detrás tuyo hay varios libros, agarra el que tenga la portada mas bonita y te enseñare a leerlo. 

« ☼︎ » O ʜ   ɴ ᴏ- ̗̀  ⋯₊˚ˑೄ*Where stories live. Discover now